Como si fuera su regalo de Reyes, en la mañanera del 6 de enero el presidente dedicó largo rato a hablar de su banco, el Banco del Bienestar. Su primera misión, dijo, será encargarse de repartir los programas sociales del gobierno. Es decir, dar a los ninis su beca, a los adultos mayores su pensión, etcétera.
Suena a que, otra vez, va a salir más caro el caldo que las albóndigas. Porque el plan es construir 2,700 sucursales —oficina, conectividad, miles de empleados— para funcionar seis días al bimestre. Porque los recursos de los programas sociales se liberan entre los días 1 y 6 de cada dos meses. Va a salir mucho más caro dispersar los programas sociales a través del Banco del Bienestar que hacerlo usando bancos privados, o incluso empleando órdenes de pago.
Hagamos cuentas. Los programas sociales representan un presupuesto de 500 mil millones de pesos, en números cerrados. Cada programa cuenta con un Gasto Operativo de Programa (GOP) para sufragar la implementación de esos programas, equivalente al 5% del presupuesto. Es decir, el gasto operativo de todos los programas sociales es de 25 mil millones de pesos. Pero el Banco del Bienestar ya lleva consumidos 50 mil millones de pesos. Así que sale el doble de caro tener que crear un banco para dispersar los programas sociales que mantener el esquema actual.
Para justificar el desperdicio de dinero, el presidente dice que los próximos gobiernos pueden hacer que el Banco del Bienestar funcione realmente como banco: “Necesitamos, primero, consolidar lo de la dispersión de los recursos, luego sería remesas y luego vienen muchísimas otras cosas… créditos y demás, pero eso ya sería con los próximos gobiernos”, dijo en esa mañanera. O sea, estamos frente al Banco… que no es banco. Muy 4T.
No es la única farsa. El presidente prometió que las sucursales del Banco del Bienestar van a ser “Centros Integradores”, es decir, una especie de ventanilla única para los ciudadanos.
Desde que empezó el gobierno está prometiendo lo de los Centros Integradores. Incluso el 17 de junio de 2020 dijo que se estaban estableciendo 13,000 centros. Su entonces operador consentido, Gabriel García, dijo que ya los tenía. Al grado que el presidente ¡los anunció en la mañanera! Sorpresa: en realidad, nunca existieron. Fuentes de Palacio Nacional me cuentan que lo que hizo el polémico Gabriel García fue imprimir unas lonas con la leyenda “Centro Integrador” para colgarlas en oficinas viejas de gobierno que iban quitándoles a otras dependencias. Nunca operaron. Una farsa, pues.
Año y medio después, ya no habla de los 13,000 Centros Integradores (que nunca existieron). Ahora dice que serán 2,700, o sea, el número de sucursales del Banco del Bienestar. El problema es que las quiere empezar a inaugurar la próxima semana y en realidad sólo hay 300 sucursales, y de esas, 250 ya estaban hechas desde el sexenio pasado: eran las del Bansefi que nada más las “tunearon”.
SACIAMORBOS
Considerando los 50 mil millones que ya consumió el Banco del Bienestar que no es banco y aún no existe, quizá el INE deba mandarle al presidente una propuesta de cómo ahorrar dinero: alcanzaría para 12 consultas de revocación de mandato.
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