Trump es un presidente débil que actúa como si fuera fuerte. Parece una barbaridad decir esto cuando hemos visto que en estas tres semanas desde que llegó a La Casa Blanca no ha hecho más que mostrar su fuerza. Pero precisamente esta brutalidad con la que ha actuado es para esconder su enorme debilidad.

Con una popularidad de apenas 47 por ciento, el índice de aprobación inicial de Donald Trump lo coloca por debajo de todos los demás presidentes electos desde 1953. Trump es el único presidente con índices de aprobación inicial por debajo del 50 por ciento (Gallup).

En el legislativo Trump tiene el margen más estrecho para un presidente desde los años de la Gran Depresión (1931). En la Cámara de Representantes los Republicanos tienen 219 escaños, solo uno más de los 218 necesarios para aprobar leyes. Y con algunos nombramientos de Trump a su gabinete, al final pueden quedar con entre 215 y 217 escaños. En el Senado son 53 republicanos, contando el voto de desempate del Vicepresidente JD Vance. Pero entre esos senadores hay algunos que no son afines al movimiento MAGA, como Susan Collins, Lisa Murkowski y John Curtis. Además, hay legislación crucial que requiere 60 votos para ser aprobada.

Así que los votos en el legislativo no serán sencillos de lograr para Trump. Por ello está emitiendo un decreto presidencial tras otro. La estrategia que está usando Trump la bautizó Steve Bannon desde su primer mandato como “inunda el barco” y consiste en aventar tantos temas a la agenda, incluyendo los decretos presidenciales, que ni medios de comunicación ni la oposición o gobiernos extranjeros saben bien a bien por dónde comenzar a reaccionar porque están abrumados.

Trump está actuando como si fuera un rey porque es demasiado débil para gobernar como un presidente, dice Ezra Klein en su podcast en el New York Times. Trump tiene los poderes de la presidencia. Los mismos que tuvo Biden y todos los presidentes antes que él. Y en estos pocos días que lleva de regreso en La Casa Blanca, cuando ha querido abusar de sus poderes, se le ha frenado. No pudo cambiar la Constitución para quitar la nacionalidad estadounidense a los nacidos en el país, así sea de padres indocumentados. Punto.

Los decretos presidenciales son acciones de debilidad a largo plazo. Para que su agenda sea más sólida tendría que enviar iniciativas que el legislativo le apruebe y que quien llegue después de él a La Casa Blanca no pueda revertir de un plumazo. Pero la debilidad de Trump hace que su mejor opción sea brincarse al legislativo. Cuando Biden llegó a la presidencia en el 2021 revirtió muchos de los decretos de la primera administración de Trump. Y ahora Trump ha llegado a tirar a la basura varios decretos de Biden. Los decretos son muestra de debilidad, no de fortaleza.

Sus condiciones para imponer o detener la implementación de tarifas a México, Canadá y China son vagas precisamente porque es débil. Si fuera un presidente fuerte pondría condiciones detalladas para poder mostrar claramente que sus amenazas llevaron a un triunfo específico.

¿Qué obtuvo de México como para pausar los aranceles? La frontera ya tiene menos flujo de indocumentados desde hace varios meses y los 10 mil elementos de la Guardia Nacional son compromisos que ya hizo el gobierno mexicano dos veces antes, en 2019 con Trump 1, y en 2021 con Biden.

Ahora, aun cuando Trump es un presidente débil, la economía de Estados Unidos es fuerte, la más. Y eso le permite a Trump usar el martillo que tiene en su mano para aplastar todo lo que quiera. Ese es parte del reto para México. El Trump débil que sabe cómo manipular la narrativa para hacerse ver fuerte y que además encabeza a la economía más poderosa del mundo.

Por ello lo que México tiene que hacer es el trabajo en casa para ser más atractivos y menos dependientes de Estados Unidos. Pero eso es materia para toda otra columna.

@AnaPOrdorica

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