El regreso de la gente a los estadios debía ser motivo de alegría para todos. Al fin, después de más de un año en el que no se escuchó un grito de gol por parte de la afición, se dio, pero la alegría no fue completa...
También llegó la violencia, y ha sido de todo tipo, hasta de género, un fenómeno que puede tener explicación por tanto tiempo de ausencia, aunque eso no la justifica.
“El fenómeno post pandemia ha recalado en que nuestro margen de tolerancia ha disminuido. La gente va al estadio a liberarse del estrés contenido por mucho tiempo de encierro, pero esto no quiere decir que estemos curados. La gente desconfía, y tiene necesidad de liberarse. Por eso, cuando hay un grito de gol en contra, no se aguanta como antes. Hay poca tolerancia, mucha frustración, aquí están las consecuencias”, explica el sociólogo por la Universidad La Salle, Felipe Gaytán.
Al fenómeno de la violencia se le puede unir la “desconfianza”, porque “la gente no confía en los demás. Si hay alguien que grita cerca, lo vemos mal; si hay gente en la calle con el cubrebocas mal puesto, lo vemos mal, y hasta queremos disciplinarlo. En los cines, han existido peleas, porque la gente no soporta que alguien se la pase hablando, gritando o tosiendo”.
Cómo se podrá resolver esto: “Podrían haber muchas cuestiones, como la de separar grupos de animación, aislar a las distintas aficiones, no dejar que se mezclen las porras, pero la única cura real a todo esto es el tiempo. Entre más pasen los días, los meses y se abran los estadios, volvamos a una nueva realidad, la violencia disminuirá; no es lo ideal, pero...”.