Jesús Cenobio, médico radiólogo del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), pasó 50 días intubado por Covid-19. Sus posibilidades de sobrevivir eran de 10%, pero con el apoyo del personal de salud de la Unidad de Alta Especialidad (UMAE) del Hospital General Dr. Gaudencio González Garza del Centro Médico Nacional La Raza logró sobrevivir a esta enfermedad respiratoria.

Desde que inició la pandemia, al igual que sus compañeros, Jesús ha evaluado casos de Covid-19 desde el ámbito de la radiología. En noviembre de 2020 contrajo el virus, pero no creyó que desarrollaría un cuadro grave.

“Empecé con malestar general, pensé que los síntomas eran leves; sin embargo, se deterioró mi salud hasta que fui trasladado al hospital, donde de inmediato pasé a la Unidad de Terapia Respiratoria por las condiciones de gravedad en las que llegué”, relató el médico.

Luego de ser valorado se tomó la decisión de intubarlo y permaneció con apoyo mecánico ventilatorio ocho semanas y media.

“Hubo necesidad de que le realizaran traqueotomía y afortunadamente, con el cuidado que recibió, se recuperó”, señaló el doctor Guillermo Careaga Reyna, director general de la UMAE.

Añadió el directivo que el ver reintegrado al médico Jesús Cenobio a sus actividades y con el ánimo de ayudar a los pacientes, se convierte en un ejemplo de motivación. “Nos demuestra el valor de la persona; la convicción y la vocación de ser y de seguir adelante, después de padecer una enfermedad tan grave, son muy importantes y dignos de elogio”.

Entrevistado al ser dado de alta, el médico radiólogo recordó que cuando fue hospitalizado en la UMAE tenía 60% de saturación y sabía que requería intubación. Durante su tratamiento fue extubado, pero no respondió y se le realizó una traqueotomía.

“Lo reconfortante es que los médicos todo el tiempo me dijeron: ‘No se preocupe, va a salir’. Hubo un enfermero que me tomó de la mano y me dijo: ‘Yo lo voy a cuidar y usted va a salir’, de verdad que el apoyo que me dieron es una deuda de vida”, resaltó.

Tras ocho semanas y media intubado, cuando recobró la conciencia, no podía hablar y debía comunicarse con señas. Posteriormente inició terapias de rehabilitación donde sus terapistas le indicaron: “Ya se va a poder ir a su casa, échele más ganas”.

El 31 de diciembre fue dado de alta. “Los médicos me decían: es usted un guerrero. Todo el apoyo que me dieron es una deuda que con nada voy a poder pagar”.

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