La pregunta que será formulada en la consulta del 1 de agosto sobre si enjuiciar en México a expresidentes bien “pudo haber sido ideada por Cantinflas, un cómico que convirtió el gusto mexicano por el circunloquio en una forma de arte absurda”, asegura Michael Reid en su columna Bello que publica hoy la revista británica The Economist.
En un principio, la pregunta de la consulta era: “¿Está de acuerdo o no con que las autoridades competentes, con apego a las leyes y procedimientos aplicables investiguen, y en su caso sancionen, la pregunta comisión de delitos por parte de los expresidentes Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo Ponce de León, Vicente Fox Quesada, Felipe Calderón Hinojosa y Enrique Peña Nieto antes, durante y después de sus respectivas gestiones?”.
Sin embargo, la Suprema Corte la modificó y quedó así: “¿Estás de acuerdo en que se lleven a cabo acciones con apego al marco legal para esclarecer las decisiones políticas tomadas en el pasado por los actores políticos y garantizar la justicia y derechos de las posibles víctimas?”.
“Esto es lo que el presidente Andrés Manuel López Obrador quiere que los mexicanos decidan en una consulta nacional el 1 de agosto. Decodificada, lo que significa es si debe autorizársele para orquestar una especie de juicio-espectáculo no oficial a sus cinco predecesores y subordinados”, afirma Reid en su columna, titulada “El presidente de México establece un juicio-espectáculo a sus predecesores”.
Sin embargo, de acuerdo con el columnista, “recurrir a un voto popular para decidir si enjuiciar o no es una parodia del Estado de derecho”. Lo que vuelve más “surrealista” el ejercicio, añade Reid, es que “el presidente dice que no votará, porque no es 'vengativo' y no quiere quedarse aferrado al pasado. Sin embargo, si 'la gente' decide lo contrario, actuará acorde con sus deseos [del pueblo]”.
La consulta, indica, “confirma que, en el combate a la corrupción, AMLO prefiere el teatro, que puede dirigir, sobre la sustancia”.
¿Para qué la consulta? Reid reflexiona que los resultados de las elecciones intermedias del 6 de junio revelaron que, si bien López Obrador sigue siendo popular, “ya no es invencible”. Los mexicanos, acota, están sufriendo por la pandemia, “por el mal manejo que hizo el gobierno de ella y por la relativa recesión económica, así como por el crimen violento que no para”.
Para “distraer la atención de los fracasos políticos, su presidente necesita todos los espectáculos cantinflescos de teatro político que pueda realizar”.