Chipilo, un pueblo poblano fundado por migrantes italianos, tiene una particularidad más que sus productos lácteos, su lucha por la conservación de su lengua originaria es fundamental.

Se trata de un dialecto que ha prevalecido a lo largo de los años y que cuenta con un amplio reconocimiento social.

Los habitantes de la comunidad de ascendencia italiana trabajan permanentemente por conservar el chipileño véneto.

El chipileño o véneto chipileño es considerada una variante lingüística del véneto, una lengua romance perteneciente al grupo galoitálico y originaria de la región del Véneto en Italia.

De esta manera, quienes visitan Chipilo y no entienden la conversación de la población local, pueden pensar que se trata de algún idioma originario de México, pero en realidad es una lengua proveniente del viejo continente.

Una parte importante que trajeron consigo los migrantes que arribaron a Puebla y fueron acogidos en Chipilo.

Asimismo, este dialecto ya es parte crucial de los usos y costumbres de los migrantes que con el paso del tiempo se ha adaptado al territorio poblano, y que debido a que desde hace tiempo se derribó la oposición que existió de que los chipileños contrajeran matrimonio con los poblanos, comenzó a tropicalizarse como consecuencia de la mezcla total de dos culturas.

El origen de Chipilo, un rincón italiano en Puebla

La historia de Chipilo se remonta al año de 1882, hace 141 años, cuando tras los desbordamientos del río Piave un grupo de vénetos llegó a México, y se trasladó a Puebla para fundar con el apoyo de los gobiernos federal y estatal Chipilo.

Y junto con sus costumbres y tradiciones, trajeron su idioma, el véneto, que han tratado de conservar a lo largo de más de 140 años como un elemento de identidad y cercanía con la tierra natal de los fundadores italianos.

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