El pasado 14 de septiembre se cumplieron 55 años del linchamiento de trabajadores de la hoy Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) que la población de la junta auxiliar de San Miguel Canoa confundió con comunistas, bajo la influencia de su sacerdote.

El hecho ha marcado la historia reciente de Puebla y quedó documentado en la película "Canoa: Denuncia de un hecho vergonzoso", del director y guionista Felipe Cazals.

La producción se hizo en 1975 y se estrenó un año después. Aunque han pasado ya casi 50 años de ello, continúa como un referente que desata el interés de universidades y festivales internacionales de cine como los de Morelia o Guadalajara que la han reproducido en sus carteleras.

En la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), por ejemplo, se han desarrollado varias investigaciones sobre el impacto de esta película en la sociedad.

El texto "Canoa’ (1975): El cine y la memoria social" que aparece en la revista Versión, Estudios de Comunicación y Política, hace referencia a cómo Felipe Cazals rompió con lo que se había hecho en el cine mexicano hasta antes de 1975 y por qué Canoa es icónica.

Según los autores Gustavo Ricardo Martínez Grijalva e Iván Mercado Ortega, hasta antes de esta fecha la producción nacional estaba protagonizada por propuestas como las de Mauricio Garcés, Cantinflas y Capulina.

Sus películas, agregan en el análisis, eran populares, pero reforzaban estereotipos de cómo se creía que eran los mexicanos y las diferencias entre la riqueza y la pobreza.

Sin embargo, la producción de Canoa implicó un cine diferente que mostró cómo era la sociedad mexicana en el año de convulsión política de 1968 y que además innovó en el lenguaje cinematográfico.

Por un lado, el director utilizó recursos que permitían brincar entre los tiempos para contar la historia de los cinco jóvenes que quedaron atrapados en la población por causas climatológicas cuando intentaban subir a la Malinche.


Otra innovación que los autores destacan de la película de Felipe Cazals es que para contar los hechos utilizó falsas entrevistas y otras herramientas que lo hacían asemejarse a un documental.

La película también ha sido reconocida por la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) en reseñas sobre el linchamiento de 1968 en Puebla.

Según el órgano autónomo, el director se apegó a los hechos, pues se basó en una investigación documental y es una referencia para entender la violencia social y el impacto de la desinformación, pero también para exigir justicia.

Un dato interesante que reconoció el director fallecido en 2021 en varias entrevistas, es que para la filmación se utilizaron escenarios de Santa Rita Tlahuapan, pues no había condiciones de seguridad que permitieran hacerlo en San Miguel Canoa.

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