Entreerres, más allá de un viñedo y una productora de vinos artesanales, es una excelente puerta de acceso para quienes se interesan por conocer la esencia de los vinos. Felipe Rodríguez asegura con orgullo que la historia nos dice que el primer lugar donde hubo vino en América fue en Puebla.

En principio, hay que destacar que Entreerres, propiedad de la familia Rodríguez Rodríguez, tiene apenas tres años abiertos al público y siete de operación formal. Se ubican en el municipio de Jalpan, y en sus instalaciones, donde se aprecia un ambiente campirano, se ofrece a los visitantes la oportunidad de tomar parte en una cata de vinos.

La experiencia, que consiste en la degustación de cuatro tipos de sus vinos y cuatro tapas, tiene un costo de 350 pesos, pero vale la pena, ya que los participantes, guiados por la gerente Janet Vargas, aprenderán algo del fascinante mundo de los vinos a través de los sentidos de la vista, el olfato y el gusto.

Enfrentarán el reto de identificar si se trata de un vino joven o maduro, su nivel de acidez, y lo más importante, descubrir con qué frutos fue elaborado, además de las uvas, y la conveniencia de consumirlos solos o acompañados.

Además de hacer un viaje hacia su yo interno para encontrarse con los recuerdos y anhelos que se activan al contacto por medio de cualquiera de los sentidos con el vino.

También podrán conocer la forma en que Miguel Benito Martín, el encargado de los cultivos, habla sobre cómo se cuida la vid y se prepara a lo largo del año, así como los beneficios que, desde su perspectiva, le aporta la caída de ceniza y el abono orgánico que se les brinda.

Miguel Benito, como buen hombre de campo, habla con vehemencia natural del cuidado que requieren las uvas pinot noir y syrah que se cultivan en el área. Aunque hoy se aprecien solo varas, sabe que la vid está viva y lista para dar el fruto requerido durante la próxima cosecha.



Por su parte, Felipe Rodríguez, integrante de la familia al frente del negocio, asume con orgullo que son textileros, pero su apego por la cultura vinícola los llevó a crear Entreerres hace ya siete años.

Desde hace más de dos años, el negocio familiar, que cuenta con aproximadamente una hectárea y media de terreno, recibe a sus visitantes los días viernes, sábado y domingo, para brindarles la posibilidad de tomar parte en las catas y, si desean, adquirir parte de su producción artesanal.

Los precios de sus botellas de vino son variados, pero no superan los 850 pesos. El Catamarán cuesta 380 pesos, el Jazz Blend 450 pesos y el Vintich 450 pesos. Con orgullo, recuerda que el primer vino que destilaron llevó por nombre Tordillo.

Comenta que Entreerres tiene, al momento, una clientela asidua que asiste constantemente. Respecto al lugar de procedencia de sus visitantes, advierte: “llegan más de fuera de Ciudad de México, del Estado de México, de Oaxaca, hasta del mismo Querétaro que de Puebla”.

Asume que el principal reto de Entreerres en 2024 es dar a conocer su marca a nivel nacional y que el poblano se permita ver y sentir lo que es el vino poblano. Hace énfasis en el hecho de que, en 2024, participarán en un certamen de vinos en Bruselas, en el mes de mayo, y en el de Cava a fin de año. “En mi casa siempre tuvimos el gusto por el vino y de ahí nace la cosquillita, y la historia nos dice que el primer lugar donde hubo vino en América fue en Puebla”.

Entreerres, entre directos e indirectos, brinda empleo a alrededor de 45 personas, que representan el sostén de igual número de familias. La pandemia representó para Entreerres un reto y una ventana de oportunidad que los llevó a abrir las puertas de su terraza de degustación como una puerta de acceso al fascinante mundo de los vinos.

Cuentan con redes sociales en las que todos los interesados en ser parte de la experiencia que representa una cata de vinos pueden hacer una reservación en:

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