El río Atoyac abarca 84 municipios, de los cuales 53 se encuentran en el territorio de Tlaxcala, 27 en Puebla y 4 en el Estado de México.

Alrededor de la cuenca están asentadas cerca de 22 mil industrias que tienen diferentes giros, como el automotriz, papelero, textil, metal- mecánica, alimentos, entre otros.

El desfogue de contaminantes industriales al afluente está generando un grave daño a la salud de las personas que viven en los alrededores, así como al territorio porque afecta el cultivo de alimentos.

Margarita Sánchez Cruz, integrante del Centro Fray Julián Garcés, Derechos Humanos y Desarrollo Local AC., dio a conocer datos muy reveladores: en el río Atoyac se han encontrado contaminantes tóxicos como metales bencenos, toluenos y xilenos, mismos que están asociados al desarrollo de cáncer, leucemia, insuficiencia renal, malformaciones congénitas y abortos espontáneos, entre otros.

En los 84 municipios por donde atraviesa el río Atoyac los tóxicos han dejado una estela de muerte | EsImagen para El Universal Puebla
En los 84 municipios por donde atraviesa el río Atoyac los tóxicos han dejado una estela de muerte | EsImagen para El Universal Puebla


Tras estudios hechos en la zona, se encontró que sólo entre el 2015 y el 2019, se registraron 11 mil 343 muertes de personas que habitaban alrededor del río, a causa de alguna neoplasia maligna.

De ellos, 3 mil 750 pacientes murieron por cáncer de colon, mil 348 con leucemia y mil 148 neoplasias relacionadas con los órganos genitales femeninos.

Esto significa que cada día mueren en promedio seis personas por una enfermedad ocasionada por la exposición prolongada a los contaminantes que corren a lo largo y ancho del río.

Entre las sustancias tóxicas han encontrado metales como cromo, plomo, zinc, cadmio, así como aromáticos que se volatilizan y son muy penetrantes, principalmente en la época de calor. También hay presencia de agroquímicos.

Hace seis años, la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) emitió la recomendación 10/2017 por la violación a los derechos a un medio ambiente sano, saneamiento del agua y acceso a la información, en agravio de pobladores de San Martín Texmelucan y Huejotzingo, en el estado de Puebla; y de Tepetitla de Lardizábal, Nativitas e Ixtacuixtla de Mariano Matamoros, en el estado de Tlaxcala.

La doctora Gabriela Pérez Castresana, miembro del Instituto de Investigaciones en Medio Ambiente Xavier Gorostiaga de la Universidad Ibero Puebla, en entrevista con El Universal Puebla, describió que la situación es crítica.

“Estamos hablando que de los 13 grupos de enfermedades que consideramos en el estudio, 9 de ellas registran una tasa de mortalidad creciente en las últimas dos décadas y que se presentan problemáticas en los grupos de adolescentes y jóvenes que no son frecuentes. Una mayor proporción de adolescentes se mueren por enfermedades cardiovasculares, infartos o enfermedades cerebro vasculares, en relación a hace 20 años”, refirió.

Alertó que los resultados de un estudio que inició hace tres años y recién concluyó, el cual forma parte del Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (Conahcyt), revelaron que los jóvenes y adolescentes también están padeciendo enfermedades crónicas como la insuficiencia renal, que no es típica en este tipo de población.

Además se están disparando los trastornos del sistema nervioso, es decir, que en ese grupo de la población se están muriendo por ataques de epilepsia, leucemia y otros dos tipos de cáncer.

En el caso de Puebla el mayor porcentaje de enfermedades se observa en San Martín Texmelucan, Puebla y Huejotzingo. Mientras que en Tlaxcala, se registran en San Pablo del Monte y Santa Ana Chiautempan.

En los 84 municipios por donde atraviesa el río Atoyac los tóxicos han dejado una estela de muerte | EsImagen para El Universal Puebla
En los 84 municipios por donde atraviesa el río Atoyac los tóxicos han dejado una estela de muerte | EsImagen para El Universal Puebla


Fue por medio de muestras en sangre y orina que se tomaron a pacientes adolescentes, donde se registró la presencia de metales pesados y sustancias químicas propias de la industria que hay alrededor del río Atoyac, cuyo nivel de toxicidad es muy alto.

“De acuerdo a la normativa, el valor de referencia para un río, si éste es tóxico, debe ser mayor a las 5 unidades de toxicidad, pero en el río Atoyac se encuentra de 40 hasta 50 unidades de toxicidad. La toxicidad se determina a través del efecto que tiene el agua de río en los organismos de prueba”, precisó.

El asunto se agrava porque la contaminación en la Cuenca Alto Atoyac no solo es en agua sino también en aire y suelo, pues los metales pesados no se volatilizan y están presentes incluso en las hortalizas que se cosechan en los alrededores.

Vecinos ya quieren irse de ahí

Los vecinos coinciden en que es difícil convivir con un río contaminado. Blas Espinosa Aguilar, vecino de la calle Benito Juárez, de la colonia Santa Cruz Buenavista en Puebla, dice que ya tiene 40 años viviendo a las laderas del río Atoyac y en ese tiempo tres veces le ha tocado presenciar el desbordamiento del afluente.

Durante el recorrido que realizó El Universal Puebla comentó que para él y su familia ha sido molesto vivir cerca del río, pero de alguna manera ya están acostumbrados a los aromas y recurren a medidas para no lidiar con los gases tóxicos que se elevan por la mañana, como evitan abrir las puertas y ventanas.

Noé Espinosa Manzano, un hombre de 77 años de edad, compartió su tristeza por ver el Atoyac tan contaminado, con un agua turbia, casi negra y maloliente.

Aseguró que hace muchos años el agua era cristalina y ahora ha pensado en dejar su casa por el grado de contaminación que hay.

En los 84 municipios por donde atraviesa el río Atoyac los tóxicos han dejado una estela de muerte | EsImagen para El Universal Puebla
En los 84 municipios por donde atraviesa el río Atoyac los tóxicos han dejado una estela de muerte | EsImagen para El Universal Puebla


“Este río yo lo conocí cuando estaba el agua clarita, soñaba con vivir a la orilla del río, pero no así. Era un río muy precioso, se veían las piedritas, cazábamos ranas, peces, había árboles frutales y todo lo que corría en el río nos lo comíamos. Ahora es el río Nilo, ni lo huelan, porque apesta muy feo. No puedo vender, porque no hay quien quiera comprar una casa con un río contaminado”, expresó.

Por su parte, Monserrat Jiménez, administradora de un estudio de fotografía en la calle Santa Fe de la misma colonia, dijo que como vecinos es muy triste ver las condiciones del río, porque podría ser un lugar de esparcimiento, donde pudieran acudir a caminar, a realizar ejercicio y mirar un lugar agradable.

Describió que el olor que expide el río es una mezcla fétida que les causa ardor de garganta y les pica la nariz. En cuanto al color, dijo que  depende de la época del año, porque cuando no hay lluvias es entre azul metálico, gris y espuma opaca en las orillas.


“Sabemos que el peligro está ahí, pero es difícil decirlo ahorita porque el cáncer, por ejemplo, se desarrolla debido a una exposición muy larga, yo apenas tengo seis años aquí, pero seguramente hay vecinos que ya tienen más de 40 años y probablemente ya tienen algún miembro en su familia enfermo”, comentó.

Además de los desechos industriales, en el recorrido pudimos observar todo tipo de basura, llantas, escombro o material de construcción, muebles para el baño, sillas y zapatos, mucha maleza que se combina con los columpios y resbaladillas que los vecinos instalaron en las laderas del río para la diversión de los niños.

Los involucrados en el rescate de la cuenca del Alto Atoyac coinciden en que el principal problema es que todas las acciones a favor del río son desarticuladas, ya que no hay un plan integral y mucho menos una coordinación entre autoridades federales, estatales, municipales con las comunidades ni mucho menos con la academia, asociaciones civiles y activistas.


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