En Puebla, como en muchos otros estados, tiempo atrás la fiesta brava tuvo gran importancia, a tal grado que motivó a un empresario a construir la plaza de toros El Relicario, ubicada en la zona histórica de Los Fuertes de Loreto y Guadalupe.
Hoy, pocos se atreven a mencionar que son aficionados a la tauromaquia o que les gustan las corridas de toros, pues los grupos en defensa de los derechos de los animales y activistas podrían irse en su contra.
Sin embargo, la plaza de toros El Relicario “Joselito Huerta” fue un escenario de gran relevancia durante varias décadas y albergó a importantes figuras del toreo, tanto a nivel nacional como internacional.
Esta plaza fue posible gracias al impulso del empresario tlaxcalteca José Ángel López Lima, quien vio la necesidad de atender a la afición taurina de Puebla, donde la fiesta brava ya era una tradición y los carteles más importantes se disputaban durante las celebraciones de mayo, con motivo de la Feria de Puebla.
Antes, los matadores se presentaban en ruedos desmontables, por lo que se consideraba necesaria una plaza fija. Así surgió la idea de edificar un recinto permanente.
De acuerdo con el portal taurino De Sol y De Sombra, el empresario José Ángel López Lima tuvo la iniciativa de construir la plaza de toros y para ello solicitó el apoyo del gobierno del estado, logrando su inauguración el 19 de noviembre de 1988.
La plaza, con capacidad para 4 mil 500 aficionados, presentó en su inauguración un cartel con los matadores Jorge Gutiérrez, David Silveti, Vicente Ruiz "El Soro", Manolo Martínez y Joselito.
Durante 34 años de existencia, El Relicario ofreció espectáculos taurinos que reunieron a miles de asistentes. Sin embargo, con el paso del tiempo, la administración del recinto cambió de manos en varias ocasiones.
El empresario López Lima tuvo la administración de la plaza durante 10 años mediante un acuerdo con el gobierno del estado, en el cual se comprometía a realizar corridas de toros para cubrir el uso del terreno, que era propiedad estatal.
Sin embargo, con los cambios de gobierno, las condiciones también variaron, lo que llevó a López Lima a dejar la plaza en manos de otros empresarios. En 1998, Don Alberto Ventosa asumió la administración, seguido un año después por el español Manolo Tirado.
Para el año 2000, López Lima retomó el control de El Relicario y gestionó el techado del inmueble para mejorar la experiencia de los asistentes. Posteriormente, cedió la plaza a Pedro Haces.
El Relicario comenzaba a atraer nuevamente a los aficionados, pero en la Feria de Puebla 2023, un grupo de empresarios, junto con el gobierno del estado, anunció la reactivación de las corridas de toros para las fiestas de mayo. No obstante, la plaza cerró sus puertas luego de que grupos activistas promovieran la cancelación del evento.
En esa ocasión, los organizadores tuvieron que reembolsar las entradas, y posteriormente, el Juzgado Cuarto de Distrito otorgó amparos promovidos por organizaciones animalistas, lo que resultó en la prohibición de las corridas de toros en Puebla.
El cierre total de la plaza, sumado a las lluvias, el sol y otras inclemencias, ha provocado su deterioro. Actualmente, el recinto permanece en pie, a la espera de una nueva función o destino.
Por lo pronto, Juan Manuel Contreras de los Santos, secretario de Infraestructura del estado de Puebla, informó que la plaza se encuentra en un proceso de evaluación integral a cargo de especialistas.
Este análisis tiene como objetivo redefinir su uso, alineándose con las tendencias del turismo y eventos de reuniones de 10 o más participantes por un mínimo de cuatro horas, con el fin de maximizar su potencial.
El gobierno del estado también ha anunciado que se prepara un estudio técnico para aprovechar el recinto, que en años anteriores generó empleos directos e indirectos y brindó entretenimiento a sus seguidores.