El volcán Popocatépetl es uno de los volcanes más activos del país, con una población de 25 millones de personas que habitan a menos de 100 kikómetros del cráter, que lo convierten en uno de los volcanes más peligrosos del planeta de acuerdo con el Centro Nacional para la Prevención de Desastres (CENAPRED).
Después de setenta años de inactividad, se notó un paulatino incremento en la actividad fumarólica del volcán, que reinició su actividad el 21 de diciembre de 1994.
En estos últimos años ha tenido etapas efusivas y explosivas asociadas con el crecimiento y destrucción de domos de lava en el interior del cráter.
Sus cenizas han alcanzado las ciudades de Puebla y de México y poblaciones incluso más distantes como Querétaro y Veracruz.
Los fragmentos incandescentes lanzados por sus explosiones han llegado a casi 5 kilómetros de distancia del cráter y a unos 3.5 kilómetros de las poblaciones más cercanas al volcán.
También ha presentado en dos ocasiones flujos piroclásticos y lahares, que llegaron incluso hasta Santiago Xalitzintla, Puebla, el poblado más cercano.
A lo largo de su historia reciente, el volcán Popocatépetl ha presentado actividad recurrente con erupciones similares a la actual, pero de diferente magnitud.
En el pasado también se han registrado erupciones explosivas mayores, que afectaron severamente a los asentamientos existentes en el entorno.
Los análisis de la morfología del volcán y su evolución geológica muestran que se trata de un volcán que ha estado activo por más de medio millón de años y que ha presentado varias etapas de crecimiento, que formaron al menos tres volcanes previos.
El cono moderno del Popocatépetl está construido sobre los restos de los volcanes Nexpayantla, destruido hace 400 mil años, el Ventorrillo colapsado hace 23 mil años, y El Fraile, que se destruyó hace 14 mil 500 años.
Antes
Durante
Después
De acuerdo con el investigador Delfino Hernández, de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), la magnitud destructora de una erupción volcánica tendría efectos devastadores.
"Las grandes erupciones de ceniza suelen ir seguidas de corrimientos de tierra o de corrientes de fango y a veces la ceniza que se acumula junto al cráter se derrumba, llevándose parte de la montaña con ella.
Los fuertes aguaceros suelen empeorar la situación al crear una masa espesa y empapada que acaba precipitándose en forma de corriente o colada de fango", señala el experto en geología..
En las montañas, agrega, tanto los temblores como las erupciones dan lugar a las avalanchas.
La erupción de un volcán viene precedida a menudo por terremotos y por ruidos retumbantes como truenos.
Advierte que antes de que la erupción tenga lugar, con frecuencia se abren fisuras, se secan los lagos y aparecen en muchos sitios manantiales calientes.
"En el poco probable caso de que la actividad del Popocatépetl evolucione hacia una erupción de mayores proporciones, se espera que se presenten manifestaciones precursoras que puedan ser detectadas por los sistemas de monitoreo antes de que se desarrolle una actividad altamente explosiva y con la anticipación suficiente para permitir una evacuación", señala.
Una erupción de baja a mediana intensidad sería suficiente para crear un desastre en el entorno de la región del Popocatépetl: la vegetación sería de las primeras afectadas, la fauna alterada provocaría un desequilibrio ecológico, la agricultura se vería seriamente dañada y las cosechas se perderían de inmediato.