La imagen de un castillo de ladrillos rojos y marcos blancos es de las más emblemáticas de Puebla, porque ha sido escenario de películas, series, telenovelas y comerciales, pero pocos lo identifican como el Castillo de Gillow, el cual debe su nombre a la familia que ahí habitó.

Actualmente, cuenta con 60 hectáreas de extensión, donde los visitantes pueden pasear por sus hermosos jardines, que se diseñaron para tratar de replicar a los jardines de Versalles, así como por sus senderos boscosos.

El Castillo de Gillow cuenta con capilla, cocina de talavera, lago artificial, cuatro torres que los visitantes pueden conocer, así como las cabañas aledañas y la exhacienda que en su época fue una gran productora de leche y granos.

Algunos datos sobre la historia del Castillo de Gillow refieren que antes de las Leyes de Reforma esta propiedad contaba con 6 mil hectáreas, que abarcaban terrenos de Puebla y Tlaxcala.

Fue en 1777 cuando el rey de España, Carlos III le otorgó el permiso a Manuel Rodríguez de Pinillos y López Montero, para construir la propiedad, una hacienda y varias extensiones de tierra para cultivar.

El señor Manuel se la heredó a su nieta  Soledad Gutiérrez de Rivero Martínez y Pinillos, quien conservaba el título de marquesa y se casó con el inglés Thomas Gillow, quien era un joyero de Liverpool.



Vivieron juntos un par de años, pues al paso del tiempo la mujer enfermó y murió. Gillow decidió contraer nupcias con su hijastra Josefa Zalzava y Gutiérrez, quien había heredado la hacienda.

De ese matrimonio nació Eulogio Gregorio Gillow, quien tuvo su formación académica en Inglaterra y con su visión se dio a la tarea de renovar la hacienda para hacerla más productiva, así que dentro de la remodelación decidió construir un castillo, rodeado de jardines y un lago artificial.

Cuando se menciona esplendor de la exhacienda es porque, con la visión de Eulogio Gregorio Gillow, quien fuera obispo de Oaxaca, se instaló también una escuela agrícola, el Castillo de Gillow fue casa magisterial y tuvo la primera planta hidroeléctrica de Latinoamérica.

También impulsó la comunicación por medio de las vías férreas en la zona, el servicio del telégrafo, el pago a los trabajadores con dinero en lugar de raya.

El obispo de Oaxaca habitó el Castillo de Gillow y mantuvo su crecimiento hasta que llegó el movimiento de la Revolución Mexicana en 1910 y, como muchas propiedades, fue tomada por la bola y los caudillos.

Un artículo de la revista Asesoría Inmobiliaria, reveló que en 1922, el entonces presidente Álvaro Obregón le devolvió solo 150 hectáreas a Eulogio Gillow, pero ese mismo año falleció el obispo de Oaxaca, no sin antes heredar su propiedad a su sobrino Ignacio Kasuki.



Fue este último quien vendió los terrenos y todo lo que había en ellos a la entonces , institución que a su vez se la pasó 60 hectáreas al gobierno del estado de Puebla y así se conserva.

Debido a su mantenimiento como un centro de ecoturismo, es el área de Parques y Convenciones del gobierno del estado de Puebla la que se encarga de este espacio, así como de la licitación para concesionar parte de la propiedad para especialistas en servicio de hospedaje.

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