El comportamiento reciente del volcán Popocatépetl y las medidas de previsión por parte de las autoridades, aunadas a la posibilidad de que los habitantes de las poblaciones cercanas sean evacuados, presentan un panorama complejo.
Sin duda, la evacuación es la última opción y tiene como propósito salvaguardar la integridad de las personas, sin embargo, hay que considerar que no son pocos los habitantes que se resisten a la aplicación de esa medida.
Los argumentos son generalmente de tipo patrimonial y afectivo.
En principio, quienes residen en las poblaciones cercanas al volcán tienen como único patrimonio sus predios y viviendas, en consecuencia, perciben el temor de perderlos.
Desconfían de las autoridades y temen ser víctimas de la rapiña que los lleve a perder su de por sí escaso patrimonio.
Además, por supuesto, de sus cosechas y los animales de crianza que poseen, como vacas, chivos, borregos, caballos, conejos, gallinas y patos. Sin dejar de considerar por supuesto a perros y gatos.
De ahí que las autoridades insistan en que las poblaciones serán resguardadas y se cuente con un padrón de pertenencias.
Así como que en un momento se planteó la posibilidad de movilizar también a los animales que poseen a corrales y zonas de resguardo.
Un argumento recurrente es el hecho de que no tienen temor y están acostumbrados al comportamiento del volcán, a quien identifican como Don Goyo.
Han vivido por generaciones en el área y no tienen temor a una erupción, ya que han aprendido a convivir con el coloso.
Se identifican con Don Goyo por quien sienten admiración y respeto.
Un factor adicional es la confianza que tienen en los tiemperos como interlocutores con la naturaleza.
No obstante, mediante sus autoridades se mantienen informados sobre las medidas para realizar la evacuación y toman las previsiones necesarias.
El estudio denominado “El culto a los volcanes: vulnerabilidad y riesgo volcánico en Santiago Xalitzintla, Puebla” elaborado por Laura Romero y Juan Méndez Sánchez, plasma en gran medida los motivos por los que la población muestra recelo ante la posibilidad de ser evacuada.
El 15 de diciembre del año 2000, el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred) advirtió actividad peligrosa en el volcán, y recomendó una evacuación preventiva.
Ese día no sucedió nada, pero en la tarde del 18 de diciembre, una explosión voló el domo que en repetidas veces se ha formado en el cráter, y los trozos incandescentes salieron despedidos y “coronaron” la cumbre del volcán con fuego.