La ciudad de Puebla posee un importante número de templos religiosos, pero pocos custodian imágenes tan veneradas por los creyentes como ocurre con la Virgen de la Soledad.
Esta imagen se resguarda en la Parroquia del Sagrario Metropolitano, en la calle 2 Sur número 1106, Centro Histórico.
Los feligreses le atribuyen un sinfín de milagros que van desde la recuperación de la salud, la protección de una persona en un evento de riesgo, el regreso de un familiar después de muchos años, hasta permitir el alumbramiento de un hijo pese a los peligros que corría la madre.
Por ello, desde el pasado 23 de febrero comenzaron los festejos, rosarios, misas y procesiones para celebrar a la Virgen de la Soledad, la cual llegó a la ciudad de Puebla el 12 de febrero de 1708, desde España.
Además, se cumplieron 275 años de la entrada solemne de Nuestra Señora de la Soledad a su templo, que en ese entonces dispuso el obispo Don Pantaleón Álvarez de Abreu.
La historia relata que esta imagen fue solicitada por Manuel de los Dolores, un devoto sirviente en la casa del Conde de Casalegre, Don Diego de Santillán.
El Conde de Casalegre, después de haber permanecido por muchos años en Puebla, decidió retornar a su natal España, pero en agradecimiento a su sirviente se ofreció a concederle lo que deseara.
Manuel de los Dolores sólo le pidió que le trajera de España una imagen de la Virgen de la Soledad. Entonces El Conde se comprometió a buscar al mejor artesano de Sevilla para que tallara dicha imagen en madera .
Mientras tanto en Puebla, Manuel de los Dolores, amigos y vecinos, se esforzaron al máximo para construir la primera ermita con la ayuda de muchos creyentes.
El Obispo Don Manuel Fernández de Santa Cruz, conocedor de esta iniciativa, mandó la formación de una Escuela de Cristo para la instrucción en la doctrina y ejercicios de penitencia y piedad de la feligresía.
Al paso de los años, como la devoción a nuestra Señora de la Soledad creció mucho, fue necesaria la construcción de un nuevo templo, el cual estuvo a cargo del canónigo Juan Francisco Vergalla.
Con la colaboración de muchos devotos que aportaron dinero o su trabajo, fue posible que el 26 de febrero de 1748 entrara la imagen de Nuestra Señora de la Soledad a su nuevo templo que se ubica en la calle 2 Sur.
La imagen, que mide poco más de 1.30 metros, estuvo acompañada por las primeras cuatro monjas del naciente Carmelo de la Soledad y una multitud de fieles de las diversas cofradías y hermandades de la época.
La Virgen de la Soledad luce de pie, con las manos entrelazadas a la altura del pecho, el rostro con la mirada hacia abajo y lágrimas sobre las mejillas, mientras que su cabeza es cubierta con una mantilla larga en tono oscuro.
Del listón que rodea su cintura se sostiene un rosario y cuelgan otros cordones que la mayoría de los fieles tocan cada vez que la visitan, como si con ese acto sellaran la petición que le han hecho a la virgen para que les sea concedida.
También existe una urna con la fotografía a medio busto de la virgen, en blanco y negro, junto con la escultura de las manos entrelazadas.
Se dice que son las manos que originalmente tenía la imagen de Nuestra Señora de la Soledad, pero cuando llegó a México se desalinearon un poco y fueron cambiadas por las que ahora luce.
Las manos originales son conservadas por las monjas Carmelitas Descalzas, por ello, permanecen en la urna.
La devoción a la Virgen de la Soledad es tan grande que forma parte de las imágenes que peregrinan en la Procesión del Viernes Santo en Puebla y que atrae a más de 100 mil feligreses.
Este domingo, con motivo del 315 Aniversario de la llegada de la imagen a Puebla y 275 Aniversario de la Consagración de su templo, la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad, las hermanas Carmelitas Descalzas y el Movimiento Católico Catequesis Familiar, llevaron y resguardaron la imagen en la Catedral de Puebla y posteriormente. regresó a su templo original.