Aunque aún no inicia la primavera, en lo que es el último mes del invierno, la mayoría del territorio mexicano enfrenta una ola de calor atípica que representa riesgos no solo para los sectores vulnerables, sino para la población en general.
De acuerdo con parámetros de la Organización Mundial de la Salud (OMS), una ola de calor se considera peligrosa cuando la temperatura máxima supera los 32.2 °C o la temperatura mínima supera los 24 °C durante más de dos días.
Una condición que ha comenzado a darse en el país, y que a lo largo del año podría incrementarse, ya que si bien por el momento solo se trata de una ola de calor atípica que se prevé concluya en los primeros días, de acuerdo con los especialistas existe la probabilidad de que a lo largo de 2024 en México se presenten hasta cinco olas de calor.
El Servicio Meteorológico Nacional (SMN) pronostica que las cinco olas de calor para 2024 en México tendrán la siguiente distribución: una en marzo, una en abril, dos en mayo y una en junio.
Se estima que esas olas de calor afectarán principalmente a las regiones norte, centro y sur del país, con temperaturas que podrían alcanzar los 50 °C en algunos estados como Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas, Sinaloa, Nayarit, Jalisco, Michoacán, Guerrero, Oaxaca y Chiapas.
Ante ello, es conveniente considerar que las olas de calor pueden tener efectos negativos en la salud humana, como deshidratación, golpe de calor, insolación, agotamiento, estrés, irritabilidad, problemas respiratorios y cardiovasculares. Además de efectos en la epidermis que pueden derivar en daños que van desde las quemaduras hasta el cáncer de piel.
A fin de protegerse de eventuales afectaciones a la salud, es conveniente seguir, en principio, las siguientes recomendaciones:
Si bien se ha popularizado el uso de protectores solares, resulta obligado saber que hay varios niveles de protección.
De ahí que a la hora de elegir el factor de protección solar se deban tener en cuenta los siguientes criterios: cuánto tiempo quieres estar expuesto al sol; cuál es el tipo de piel; el lugar donde se encuentra y el tiempo estimado de exposición.
En la playa, por ejemplo, un mayor factor de protección prolongará el tiempo que se puede tomar el sol y garantizará un bronceado saludable.
El Factor de Protección Solar (FPS o SPF) es un índice que mide la capacidad que tiene un bloqueador para evitar que los rayos ultravioleta dañen la piel. Entre más elevado sea el FPS, mayor es el nivel de protección.
En principio, hay que considerar que la piel se torna de color rojizo al exponerse al sol, por lo que el protector solar hace que ese periodo sea más prolongado, es decir, lo retarda y con ello las eventuales afectaciones.
Los protectores solares con un FPS de 15 filtran cerca del 93 por ciento de los rayos UVB, los de 30 filtran aproximadamente el 97 por ciento, los de 50 alrededor del 98 por ciento y los que tienen factor de 100 hasta un 99 por ciento.
Un elemento adicional a considerar es que ningún protector solar es eficaz si no se aplica cada dos horas, y debe comenzar a aplicarse antes de la exposición al sol.