Los robos sin violencia se mantienen en el panorama social en Puebla, entre ellos algunos de los que causan más notoriedad, por supuesto, es la sustracción de autopartes.
Datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESESP) relativos al 2022 indican que de las 77 mil 106 denuncias que se presentaron en Puebla, el 55.53 por ciento fueron por daños al patrimonio, con 42 mil 817 casos, de ellos 30 mil 159 fueron por robo general.
En los primeros nueve meses de 2022, el SESESP dio cuenta de que en la ciudad de Puebla se concentraba el mayor número de ilícitos en el estado.
En el periodo enero-septiembre del año 2022, se contabilizaron 2 mil 4 carpetas por robo de vehículo automotor, robo a transeúnte mil 744, el robo a casa habitación enlistó 783 indagatorias y el robo a transportista 176, el resto de atracos tuvo números menores.
Una de las modalidades de robo a negocio que sigue en boga, son los farderos que se dedican a sustraer todo tipo de mercancía de las tiendas, oculta entre su ropa.
De hecho, se estima que alrededor de la mitad de los robos a comercio sin violencia que se reportan están ligados a los farderos. En los primeros ocho meses del año 2022, se habían reportado mil 282 robos a negocio sin violencia.
La sustracción de autopartes es otra modalidad de robo que se puede considerar incuantificable, ya que en la mayoría de los casos no son reportados.
Una modalidad más es la sustracción de celulares, carteras, monederos y objetos de valor, en el transporte público o sitios de alta concentración social que en su gran mayoría no son reportados.
Al igual que el despojo de que son objeto los usuarios del transporte público, en un asalto, ya que no se reportan.
El asalto a mano armada, ya sea con pistolas o algún objeto punzocortante, en vía pública, es otra modalidad de robo que, por desgracia, casi no es denunciada ante las autoridades.
Lo evidente es que hay incluso robo de mobiliario urbano, cámaras privadas de seguridad, tubos de cobre y cable en general, que no son denunciados, pero que atentan contra el patrimonio.
Y en torno a los cuales, por desgracia, no hay una estadística confiable.