Miriam regaló a su hermana María Fernanda Lezama otra oportunidad de vida a través de la donación de órganos.

María Fernanda tiene 29 años de edad y es maestra de preescolar. Hace cinco años, en un estudio de rutina, le diagnosticaron insuficiencia renal crónica, ya que uno de sus riñones era más chico que el otro.

“Se me vino abajo mi mundo porque nunca imaginé tener ese tipo de enfermedad. Nunca presenté algún tipo de síntomas, por eso le llaman una enfermedad silenciosa. Fue en un estudio de rutina, de laboratorio, donde pudieron darse cuenta”, relató en entrevista con El Universal Puebla.

El cambio en su estilo de vida fue drástico, pues durante cuatro años se sometió a tratamientos de prediálisis con varios medicamentos, hasta que sus médicos le confirmaron que ya no estaban funcionando bien ninguno de sus dos riñones.

Miriam salvó la vida de su hermana al donarle un riñón
Miriam salvó la vida de su hermana al donarle un riñón

Así que tuvo que someterse a la diálisis peritoneal, un tratamiento que durante ocho meses cambió completamente su vida porque cuatro veces al día tenía que conectarse a una máquina para poder limpiar su organismo.

“Sí podía salir de mi casa, pero cada determinado tiempo tenía que regresar para conectarme a la máquina, entonces eso me impidió continuar trabajando y tuve que alejarme de mis amistades para mantenerme en casa. Mis ganas de vivir se bajaron”, comentó.

Al ver su condición, los especialistas le explicaron que el trasplante era una posibilidad y que para ello, tendría que someterse a estudios de compatibilidad de riñón con sus familiares, y la elegida fue Miriam, su hermana menor.

Miriam, una estudiante con 23 años de edad, reconoció que al principio tuvo miedo, pero no dudó en donar uno de sus riñones para salvar y darle una mejor calidad de vida a su hermana.

Tenía dudas sobre si podría hacer una vida común, si sería compatible y si su hermana realmente estaría mejor, pero al ser aclaradas por el equipo de trasplantes del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) “San José” en Puebla, inició el protocolo.

“Cuando nos dijeron que era apta me sentí muy emocionada, era compartir la misma vida con mi hermana. Ambas estamos sanas y seguimos luchando”, dijo Miriam.

María Fernanda comentó que antes de que le confirmaran que su hermana era compatible para ser donadora, ella había pensado inscribirse en la lista de espera, aunque reconoce que ese proceso hubiera demorado más porque hay personas que por años han deseado recibir un órgano.

Antes de la pandemia por Covid-19 y de la suspensión de los servicios de tercer nivel por motivos de reconversión, María Fernanda fue de las últimas afortunadas del año 2020 en recibir un trasplante de riñón.

Ahora desarrolla sus actividades diarias con normalidad, incluso realiza ejercicio, el cual no hacía antes de ser diagnosticada.

Emprenderán el activismo social

Por su parte, Miriam tiene metas profesionales y personales como la creación de una red de donadores vivos para que pueda salvar más vidas.

Ambas hermanas, vecinas de la colonia Amalucan, también alistan la creación de una página en internet y en redes sociales llamada “Compartiendo Vida” para fomentar la cultura de la donación de órganos.

Angélica Solano Ramírez, medico nefróloga que pertenece al equipo de trasplante del IMSS en el Centro Médico Nacional “Manuel Ávila Camacho” en Puebla, explicó por qué fue un éxito esta cirugía.

“Fue un proceso exitoso. Actualmente, la paciente se ha logrado reincorporar a todas sus actividades sociales, familiares y laborales”, dijo.

En el IMSS San José, debido a la pandemia, los protocolos de trasplante fueron suspendidos en marzo del 2020 a causa del Covid, mismos que se retomaron en abril del presente año.

En lo que va del 2021 se han realizado 21 trasplantes de riñón en este hospital.

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