Melani, de 5 años de edad, lucha por su vida en una cama del Hospital para el Niño Poblano.
El año pasado comenzó a sentir molestias en el ojo derecho y lo que parecía al principio una inocente infección, se convirtió en cáncer, enfermedad que le diagnosticaron en octubre.
Fue sometida a una cirugía y lleva ocho quimioterapias, pero aunque su atención médica es gratuita, Verónica Montero, su mamá, ha tenido que desembolsar 40 mil pesos en los últimos seis meses para comprar medicamentos que en el hospital no le surten.
Ella, como muchos padres de familia, asegura que hará lo imposible por salvar la vida de su hija.
“No se trata de acaparar toda la atención de las autoridades, pero son varios niños que se han quedado sin su medicamento”, señaló en una conversación con El Universal Puebla.
La mujer, de 27 años de edad, relató que Melani, como cualquier niña, quiere jugar y estar en casa.
“Pero es algo que no se puede porque la debemos cuidar y evitar cualquier tipo de contagio o infección… ella me sorprende que a su corta edad sea tan fuerte y es quien me inyecta energía”, comentó.
A pesar de que ha perdido parte de la vista, la pequeña niña ha superado una parte de su tratamiento y sus papás esperan que pronto pueda someterse a la radioterapia que necesita para combatir las células cancerígenas.
“En el primer ciclo me dijeron que no iba a recibir su quimio porque les faltaba una medicina, y solo me dijeron que había desabasto nacional”, compartió Verónica tras señalar que Melani recibe cada 21 días su ciclo de quimioterapia.
En ocasiones, debe permanecer hasta cinco días más para recibir 10 vacunas que sirven para fortalecer su organismo.
“Gracias a Dios he visto muy bien a mi hija; hay muy buenos oncólogos en este hospital. No pareciera que tuviera cáncer, la única particularidad es que es la única niña sin cabello”, comentó tras agregar que Melani quiere sanar para ser enfermera cuando sea grande y trabajar en el Hospital para el Niño Poblano.
Pero el cáncer de esta pequeña no es la única preocupación de la señora Verónica Montero, pues también su hija Monserrat, de 10 años, cursa por otra enfermedad de la vejiga. Para ella también han escaseado los medicamentos.
Su esposo es albañil y trabaja en Yehualtepec, ubicado en la Sierra Norte.
Para poder enfrentar su situación, vecinos de su comunidad comenzaron a organizar rifas, y le ayudan con 200 ó 300 pesos, dinero que emplea para comer, trasladarse a Puebla y comprar medicinas.
También ha recurrido a fundaciones como el Banco de Tapitas, donde le han proporcionado algunos de los fármacos que le hacen falta y en Casa del Sol, donde recibe albergue cuando se tiene que quedar en Puebla.
Verónica dijo que, como padres de niños enfermos de cáncer, han logrado hacer una gran comunidad, son como familia, se ayudan, se comparten medicamento, alimento o tan solo palabras de aliento.
“Sabemos que a veces hacemos daño a terceros, pero si no nos manifestamos nadie nos hace caso, solo les pedimos ser más empáticos. Luchamos por la salud no solo de nuestros hijos, sino de todos los niños enfermos de cáncer”, expresó.