Temple de acero. Vanesa García Román tomó las barreras como un impulso para convertirse en una de las líderes de paramédicos de la Cruz Roja Delegación Puebla.
La médico de profesión tiene la última palabra con su equipo de técnicos en urgencias -en su mayoría hombres- cuando van a bordo de una ambulancia.
En la corporación, como paramédico, ha aportado la perspectiva de género y humanitaria en la atención de servicios prehospitalarios.
Sin embargo, también lo hace con las nuevas generaciones porque es la encargada de capacitarlas.
-¿En qué momento de tu vida decidiste ser paramédico para iniciar tu carrera de medicina?
-Yo inicié primero con el TUM que es el Técnico en Urgencias Médicas. Inicié con el nivel básico cuando tenía 18 años, primero me dediqué al área prehospitalaria y fue cuando me di cuenta que la atención al paciente con el enfoque humanitario era muy limitado. Entonces fue mi impulso para empezar a buscar el camino del área de la salud y fue cuando entré a la medicina.
-¿Algún caso particular te ha marcado durante tu carrera?
-Yo creo que de las peores cosas que te pueden pasar en el área prehospitalaria es que al momento de recibir la llamada (de emergencia) escuches una voz que conoces y sobre todo porque en ese caso era mi abuelita. Nosotros atendimos a mi abuelita en un momento crítico de urgencia, la trasladamos al hospital y desafortunadamente falleció al otro día.
-¿Cuál fue tu reacción cuando viste que era tu abuelita?
-Primero sí fue un estado de shock porque no sabía qué estaba pasando, pero después era más el sentir de querer ayudar y de querer hacer algo y me enfoqué y la traté como a cualquiera de mis pacientes, siempre con el enfoque médico y tratando de hacer lo mejor posible.
-¿Cómo le diste la vuelta a esa página para volver a subirte a una ambulancia?
-Mi abuelita siempre me ayudó en toda mi carrera, ella siempre quería que fuera médico, fue un impulso, una motivación para seguirlo logrando. Ella fue el escalón que me hacía falta y además el apoyo de mis papás, de mi familia, ha sido fundamental para tomar la decisión de seguir estudiando el área de la salud.
-Como mujer ¿has encontrado barreras dentro del área prehospitalaria?
-Yo creo que no fueron barreras, sino impulsos para seguir preparándome. En el área prehospitalaria a veces es complicado, sobre todo, cuando hay una mujer al mando en la que yo soy médico y tengo la última palabra sobre la decisión de la situación clínica del paciente. Entonces tenía que reforzar mi situación como líder de un equipo y en vez de sentirme menos o de sentir que no podía, mis compañeros siempre funcionaron para reforzar mis decisiones.
-¿Te costó trabajo ser líder?
-Al inicio sí, mucho trabajo porque no es fácil que todo mundo voltee a verte y diga: sí, eso se tiene que hacer. Es difícil porque a veces no se toman las decisiones correctas, a veces hay errores, hay cosas que no salen bien.
-En las corporaciones de servicios prehospitalarios ¿por qué es importante la participación de las mujeres?
-Yo creo que la perspectiva y también el enfoque humanitario, muchas veces las mujeres tenemos esa necesidad de protección y proteger el pudor de las pacientes, el hecho de que en ese momento de crisis una mujer te hace sentir segura, que todo va a salir bien.