Para la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés) los manglares son un ecosistema único, especial y vulnerable que en virtud de su existencia, biomasa y productividad aporta importantes beneficios a los seres humanos.
También destaca su importancia en que presta bienes y servicios a la silvicultura y la pesquería, contribuye a la protección del litoral y es particularmente valioso para atenuar los efectos del cambio climático y contribuir a la seguridad alimentaria de las comunidades locales.
Datos de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), México, después de Indonesia, Brasil y Australia, ocupa el cuarto lugar entre 125 países y territorios que poseen este tipo de humedal.
Los manglares mexicanos representan el 5 por ciento del total mundial y se encuentran distribuidos en los 17 estados costeros del país: Baja California, Baja California Sur, Sonora, Sinaloa, Nayarit, Colima, Jalisco, Michoacán, Guerrero, Oaxaca, Chiapas, Tamaulipas, Veracruz, Tabasco, Campeche, Quintana Roo y Yucatán.
Hasta el corte de 2020 de la Conabio, en México hay una extensión de 905 mil 86 hectáreas de manglares, de las cuales son cuatro especies: rojo, negro, blanco y botoncillo.
Debido a la posición geográfica del estado de Puebla, en documentos de la Comisión Nacional Forestal (Conafor) y de la Conabio no existen registros de manglares.
En territorio poblano predominan los bosques de coníferas y encinos y las selvas de diferentes tipos, así como matorrales en el norte, sur y sureste de la entidad.
Para la zona centro predominan los pastizales, bosques de montaña y bosques templados, mientras que en las zonas altas de los volcanes se encuentra la pradera de alta montaña, mientras que 45.2 por ciento de la superficie del estado se ocupa para la agricultura.
Sin embargo, si quieres conocer este tipo de ecosistema, basta con dirigirte al municipio de Tecolutla, en el estado de Veracruz.
Hay una distancia aproximada de cuatro horas, en dirección a la zona norte de Puebla, donde se encuentra esta reserva natural protegida que posee una gran diversidad de flora y fauna.
Los visitantes podrán disfrutar de un recorrido por el río, que tiene un costo promedio de 500 pesos por lancha para un paseo de 30 minutos o de 800 pesos por lancha por un paseo de 90 minutos.
El recorrido se contrata con los lancheros de la zona, quienes guían a los viajeros por diferentes rincones de los manglares, también se les explica sobre la vegetación y avistamiento de muchas especies.
Es común ver distintos caimanes, tortugas, cangrejos y algunos peces, así como distintas aves y la tranquilidad que regalan los ruidos del ecosistema
En los manglares de Tecolutla también podrás disfrutar del Estero de la Mojarra y el Manglar del Pirata. El primero es un punto turístico para apreciar una gran diversidad de especies animales, canales estrechos llenos de vegetación y otros más abiertos.
El Manglar del Pirata posee un entorno selvático impresionante caracterizado por largos canales de agua brillante y calmada, donde se cree que hace siglos en estos manglares se escondían los piratas que atacaban los navíos y distintos pueblos asentados en el Golfo.
El acceso para tomar el servicio y conocer los manglares es tomando la calle Álvaro Obregón, pasando el acuario de Tecolutla, a orilla del río.
Información de la Conabio señala que importantes superficies de manglar han sido afectadas de forma indirecta por obras de infraestructura que han alterado los flujos hidrológicos, como presas, bordos, canales y dragados.
A estos daños se suman las consecuencias de los fenómenos naturales como los huracanes, situación que ha obligado a las autoridades a pensar en qué debe hacerse en distintos niveles y con muy diversos actores para revertir el proceso, y qué medidas se deben tomar para detenerlo.
También son una amenaza para los manglares, la instalación de granjas camaroneras, marinas, puertos y desarrollos inmobiliarios.
La conservación de los manglares es de vital importancia porque aporta servicios ambientales como protección y regulación de inundaciones, recarga de los mantos acuíferos, mejora de la calidad del agua al servir como filtro biológico, prevención y reducción de la erosión costera, regulación de la calidad del agua y la captación de carbono, además de ser zonas de alimentación, refugio y crecimiento de crustáceos, alevines y otras especies de flora y fauna.