Cuatro investigadores del Departamento de Ciencias Químico Biológicas y Escuela de Ciencias de la Universidad de las Américas Puebla (UDLAP) y uno de la Facultad de Química de la Universidad Autónoma del Estado de México realizaron un análisis de fármacos en aguas residuales de tres hospitales privados de la ciudad de Puebla, donde se identificó la presencia de nueve medicamentos.

El objetivo del estudio, hecho por Castro Pastrana, Cerro López, Toledo Wall, Gómez Oliván y Saldívar Santiago, es demostrar cómo los hospitales contribuyen a la presencia de microcontaminantes emergentes, como los fármacos en el agua que descargan al sistema de alcantarillado o reusadas.

Por ser un estudio en nosocomios privados, solo se identificaron a los mismos como Hospital 1 (H1), con 66 camas, H2 con 92 camas y H3 con 120 camas.

De marzo a abril de 2019, durante una semana, de lunes a viernes en el horario de mayor actividad que es de 8:00 a 14:99 horas, se tomaron las muestras.

De los hospitales H1 y H2 se hicieron las tomas del influente (flujo de entrada del agua residual al tratamiento) y del efluente (flujo de salida del agua residual tratada), debido a que sí contaron con una Planta de Tratamiento de Aguas Residuales (PTAR) en funcionamiento, mientras que del hospital H3 sólo se tomaron muestras del efluente porque no contó con una planta.

Cada nosocomio entregó una lista de los medicamentos de mayor consumo anual, incluyendo, tres analgésicos antiinflamatorios no esteroideos (ibuprofeno, ketorolaco y naproxeno), un analgésico antipirético (paracetamol), tres antiácidos (esomeprazol, omeprazol y ranitidina) y, dos glucocorticoides (dexametasona e hidrocortisona).

Las muestras que se tomaron reportaron concentraciones de paracetamol, naproxeno, ketorolaco, ibuprofeno, ranitidina, hidrocortisona, dexametasona, esomeprazol y omeprazol.

Los resultados revelan que las máximas concentraciones promedio detectadas de paracetamol, naproxeno y ketorolaco fueron superiores en comparación con las reportadas por otros estudios de efluentes hospitalarios de México y de otros países.

En el caso de las concentraciones de ibuprofeno, ranitidina, hidrocortisona y dexametasona, fueron menores respecto a otros estudios nacionales e internacionales.

En particular para paracetamol y naproxeno fue más evidente la importancia de contar con una Planta de Tratamiento de Aguas Residuales en los hospitales H1 y H2 para minimizar su llegada al medio ambiente a través de los efluentes.

El estudio destaca que en este trabajo se reportó por primera vez la presencia de esomeprazol y omeprazol en aguas residuales en México, resultados que no habían sido reportados en estudios anteriores en hospitalarios mexicanos.

Los investigadores mencionan en el estudio que los medicamentos como paracetamol, ranitidina, ibuprofeno y omeprazol se encuentran entre las sustancias activas más encontradas en las recolecciones de medicamentos caducos, residuos y envases que se analizan continuamente a nivel nacional.

El análisis se apegó a la Norma Mexicana NMX-AA-003-1980 de la Secretaría de Comercio y Fomento Industrial, de 1980, destacando que al momento no existe ninguna que se ocupe específicamente de la ocurrencia de fármacos en cuerpos de agua.

Existe una norma por parte de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales que regula la protección ambiental y el manejo de residuos peligrosos biológico-infecciosos por parte de los hospitales, tanto públicos como privados, pero no es clara sobre el requisito de que los hospitales deben contar con una Planta de Tratamiento de Aguas Residuales en óptimo funcionamiento.

La bibliografía internacional destaca que hay preocupación por los “microcontaminantes

emergentes”, que son compuestos de distinta naturaleza y origen, como los antibióticos, microplásticos, residuos de productos de higiene personal y filtros ultravioleta, entre otros, que se encuentran en el agua a diferentes concentraciones y tienen efectos negativos para la salud humana y los ecosistemas.

Los residuos farmacéuticos provienen principalmente de las excretas humanas, de las industrias farmacéuticas, de los hospitales y los hogares, del desecho de medicamentos no utilizados y del uso agrícola. Los efluentes hospitalarios pueden contribuir entre un 0.2 a 65 por ciento a la descarga total que llega a las plantas de tratamiento de aguas residuales (PTAR) de las ciudades.

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