En México, el arte, la fe y el lujo se combinan en estos templos deslumbrantes, considerados joyas arquitectónicas y espirituales, por su increíble belleza y su trabajo interior completamente bañado en oro. En Puebla puedes encontrar una joya que es considerada la octava maravilla del mundo moderno. ¿Sabes cuál es? Aquí te decimos.
Ubicada en el majestuoso Templo de Santo Domingo en Puebla, la Capilla del Rosario es considerada una de las máximas expresiones del barroco novohispano en México. Consagrada en 1690, este recinto, lleno de historia y devoción, fue calificado en su época como "La Casa de Oro" y la "Octava Maravilla del Nuevo Mundo".
El interior de la capilla es una obra de arte, cubierto casi en su totalidad con láminas de oro de 24 quilates, que simbolizan la riqueza espiritual y artística de la época. Cada rincón está decorado con relieves intrincados que representan figuras religiosas, vegetales y animales, así como lienzos pintados por José Rodríguez Carnero, quien plasmó escenas que exaltan la devoción.
Entre los detalles más llamativos se encuentran los símbolos de perros con antorchas, pelícanos y las intrigantes sirenas. Estas últimas, según el historiador Francisco de la Maza, recuerdan la relación de la Virgen del Rosario con los navegantes, simbolizando los peligros del mar y la protección divina que ella ofrecía.
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De acuerdo con varios historiadores, el oro utilizado para decorar esta maravilla llegó desde Guanajuato, específicamente de la mina La Valenciana, propiedad de Antonio de Obregón, quien donó este material como agradecimiento a la Virgen del Rosario por haberle salvado la vida. El proceso para trabajar el oro fue artesanal: se mezclaba con cobre, se laminaba manualmente hasta alcanzar micras de grosor y luego se aplicaba a las superficies.
Aunque existe la leyenda de que los muros eran rascados por visitantes para robar el oro, no hay evidencia oficial que respalde este mito.
En 1979, durante su primera visita a México, el Papa Juan Pablo II otorgó a la Capilla del Rosario el título de "Relicario de América". Años más tarde, en 1987, fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO, consolidando su importancia como un ícono de Puebla y de México.
La capilla ha sido restaurada en varias ocasiones para preservar su esplendor. Entre 1967 y 1971, la Fundación Mary Street Jenkins apoyó un importante trabajo de restauración. Posteriormente, en 2008, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) realizó otra rehabilitación, y tras los sismos de 2017, la UNESCO supervisó los esfuerzos para mantenerla en óptimas condiciones.