En 1874, el presidente Sebastián Lerdo de Tejada autorizó la construcción de 112 kilómetros de vía férrea para el Tren Interoceánico con el fin de comunicar al puerto de Veracruz con la capital del país.
Para el 16 de septiembre de 1882 se inauguró el Ferrocarril de Puebla a San Martín Texmelucan, con una vía ancha y tracción animal.
Después se dio poco a poco la inauguración de distintas estaciones de tren para conectar a la entidad y la zona centro del país.
En total, Puebla tuvo 37 estaciones de pasajeros o mixtas.
La última estación inaugurada el 5 de mayo de 1905 fue la Oriental-Teziutlán, la cual quedó fuera del servicio ferroviario el 14 de marzo de 1993.
Lucina Rangel Vargas, en su artículo “Las antiguas estaciones de tren en Puebla”, publicado en la revista del Ayuntamiento de Puebla, menciona que estas terminales ferroviarias se localizan en:
- Ahuazotepec
- Manantiales, en San José Chiapa
- Aldama, en Coxcatlán
- Izúcar de Matamoros
- Aldave, Acajete
- Mier, Tilapa
- Amozoc
- Oriental
- Atencingo, Chietla
- Peñafiel, Tehuacán
- Atlixco
- Puebla, donde hoy es el Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicano
- Beristain, Ahuazotepec
- Rinconada, Mazapiltepec de Juárez
- Boca del Monte, Esperanza
- Rosendo Márquez, Cuapiaxtla de Madero
- Cañada Morelos
- San Andrés, Chalchicomula de Sesma
- Champusco, Huaquechula
- San Marcos, Nopalucan
- Chiapa, Nopalucan
- San Martín Texmelucan
- Chietla
- Tehuacán (viejo), Tehuacán
- Citlaltepec, Acajete
- Temazcalito, Acajete
- Colón, Atzala
- Tepeaca
- Esperanza
- Teziutlán
- Guillow, San Martín Texmelucan
- Venta Salada, Coxcatlán
- Honey, Chila
- Zaragoza
- La Unión, Puebla
- Zautla, Cuyoaco
- Libres
La estación en Puebla, que hoy es la sede del museo, era muy extensa y abarcaba varias cuadras sobre la calle 11 Norte-Sur, que antes se llamaba Avenida Juárez.
Esa estación cerró de manera definitiva en 1972, entonces la sección 21 del Sindicato de Trabajadores Ferrocarrileros de la República Mexicana propuso a la empresa Ferrocarriles Nacionales de México que el espacio se ocupara como escuela para los hijos de los trabajadores del tren.
También propuso que en los patios de las respectivas estaciones se construyeran casas-habitación para los obreros, pero ninguna de las dos propuestas se tomaron en cuenta.
El tiempo que permaneció sin servicio, la estación se ocupó como vivienda, como refugio de indigentes, también como bodega de fierros viejos y archivos.
Así ocurrió hasta el 5 de mayo de 1988, cuando el presidente Miguel de la Madrid Hurtado, en el marco del 126 Aniversario de la Batalla de Puebla, inauguró el Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos.
Otras de las estaciones del Tren Interoceánico que hubo en Puebla fue la de San Martín Texmelucan, construida en 1893.
Ambas estaciones son únicas y originales en sus diseños, componentes arquitectónicos, elegancia y suntuosidad y lo más importante es que fueron detonante de la economía agroindustrial y fabril de Puebla.
Las estaciones de Izúcar de Matamoros y Oriental también fueron terminales de gran relevancia para dichos municipios, que el visitante que hoy las conoce, le permiten apreciar la importancia económica de la región durante los primeros años del siglo XX.
A través del Centro Nacional para la Preservación del Patrimonio Cultural Ferrocarrilero se rescataron estas estaciones, así como las vías y puentes.
Unas se han convertido en centros de aprendizaje, otras en casas de cultura, museos, salas de lectura o escuelas.
Otras han sido rescatadas para mantener vivo el legado ferrocarrilero como ocurre en las estaciones de Puebla, Atlixco, Atencingo, Honey, Beristain, San Marcos, Altepexi, Teziutlán y Zaragoza.
Esos espacios, ya recuperados como espacios públicos, se incorporan también a las estrategias de descentralización de la gestión cultural, pues son proyectos sociales que responden a la evaluación de las necesidades específicas de cada municipio.