En Puebla, hace más de 150 años se tiene presencia del ferrocarril, lo que generó una serie de cambios en la vida de toda la entidad y contribuyó a su desarrollo y crecimiento.
Con la llegada del tren y la tecnología también se dio paso a inmuebles y construcciones que los ingenieros de la época llamaron obras de arte.
Las estaciones que se pusieron al servicio de pasajeros y mercancías ofrecieron niveles de seguridad y comodidad nunca antes vistos.
Hoy en día estos edificios son el legado de los antiguos ferrocarriles.
Datos de Lucina Rangel Vargas, jefa del Departamento de Monumentos Artísticos e Históricos del Centro Nacional para la Prevención del Patrimonio Cultural Ferrocarrilero (CNPPCF), señalan que en Puebla hay 37 estaciones de tres que fueron para los pasajeros o mixtas.
Estos espacios han sido catalogados como patrimonio cultural, de acuerdo con lo dispuesto en la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos.
Por lo general, las estaciones de ferrocarril tenían el mismo diseño arquitectónico de una planta rectangular de un nivel o dos, una fachada paralela a las vías, la sala de espera, bodegas de carga y muelle.
También tenían un mirador, que no era otra cosa que un salón en el que se ubicaba el telégrafo y la palanca de señales para el tren. Algunas tenían la oficina del jefe de estación y la ventanilla para la venta de boletos.
No todas las estaciones tenían una casa destinada para el jefe de estación, quien debía permanecer largas temporadas en su puesto de trabajo. En algunas había viviendas para otros trabajadores de la estación y no faltaban las casas de máquinas y los sanitarios, entre otras instalaciones.
En el texto publicado en la revista Cuextlaxcoapan, se señala que Puebla, por su posición geográfica con respecto a la capital del país y a la región sureste, se convirtió en un paso obligado para el tren, y esto dio pie a un entramado importante de vías férreas.
Las estaciones poblanas resultaron un crisol de los más diversos estilos arquitectónicos, porque en cada inmueble de los ferrocarriles, los hacendados y empresarios fabriles fueron plasmando su sello identitario, al punto que a veces se construyeron edificios que fueron concebidos desde meros caprichos.
En el estado hay 37 estaciones que actualmente alcanzan la categoría de monumentos, tienen estilos y materiales constructivos diversos.
Dos de estas estaciones merecen especial mención, la primera porque es una de las más antiguas del país, pues data de 1869, y hoy es sede del Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos, y la otra es la de San Martín, construida en 1893.
Ambas son únicas y originales en sus diseños, componentes arquitectónicos, elegancia y suntuosidad.
Hay otras que merecen también una mención particular, como las estaciones de Izúcar de Matamoros y Oriental, cuyos emplazamientos y monumentalidades permiten apreciar la importancia económica de la región durante los primeros años del siglo XX.
Las 37 estaciones de ferrocarriles que se conservan en Puebla se localizan en:
- Ahuazotepec
- Manantiales, en el municipio de San José Chiapa
- Aldama, en Coxcatlán
- Izúcar de Matamoros
- Aldave, Acajete
- Mier, Tilapa
- Amozoc
- Oriental
- Atencingo, Chietla
- Peñafiel, Tehuacán
- Atlixco
- Puebla MNFM, Puebla
- Beristain, Ahuazotepec
- Rinconada, Mazapiltepec de Juárez
- Boca del Monte, Esperanza
- Rosendo Márquez, Cuapiaxtla de Madero
- Cañada Morelos
- San Andrés, Chalchicomula de Sesma
- Champusco, Huaquechula
- San Marcos, Nopalucan
- Chiapa, Nopalucan
- San Martín Texmelucan
- Chietla
- -Tehuacán (viejo), Tehuacán
- Citlaltepec, Acajete
- Temazcalito, Acajete
- Colón, Atzala
- Tepeaca
- Esperanza
- Teziutlán
- Guillow, San Martín Texmelucan
- Venta Salada, Coxcatlán
- Honey, Chila
- Zaragoza
- La Unión, Puebla
- Zautla, Cuyoaco
- Libres
A partir de las estrategias de conservación y protección de esas históricas infraestructuras, unas se han convertido en centros de aprendizaje, casas de cultura, museos, salas de lectura o escuelas.