Fue inaugurado en 1910 y atendido por la orden religiosa conocida como los JuaninosA 11 kilómetros de distancia de la ciudad de Puebla se encuentra un inmueble a los pies de la pirámide de Cholula y de la iglesia de la Virgen de Los Remedios, que hace más de 100 años fue el Hospital Psiquiátrico Nuestra Señora de Guadalupe y hoy en día exhibe obras de arte.
Este hospital para enfermos mentales se instaló en territorio poblano gracias a la señora Rita Canelo, viuda de Rejón, quien vivía en la capital y cuyo único hijo necesitaba asistencia permanente.
La señora supo que los hermanos religiosos de la orden San Juan de Dios tenían una casa en Zapopan, Jalisco, por lo que pensó en internar a su hijo en ese lugar, pero al mismo tiempo consideró que era demasiado lejos de su residencia y eso impediría que lo visitara con frecuencia.
Entonces decidió ayudar a los hermanos, también conocidos como Juaninos, para fundar un sanatorio mental en Puebla.
De acuerdo con la revista de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), fue el padre Faustino Calvo quien se dio a la tarea de buscar un sitio en donde poder hacer realidad la iniciativa de la señora Rita Canelo.
Fue así como encontró un predio a las faldas del cerro de Cholula y ahí fue donde el 6 de septiembre de 1909 se colocó la primera piedra de la obra, misma que se inauguró el 27 de junio de 1910.
El 1 de junio de ese mismo año abrió sus puertas el manicomio general “La Castañeda”, en el entonces nombrado Distrito Federal, considerada como la institución psiquiátrica más importante de México del siglo XX.
Los datos históricos indican que la inauguración fue a las 10 de la mañana con la presencia de Monseñor Ramón Ibarra y G., quien fue recibido por el padre Faustino Calvo, sacerdotes franciscanos, el señor cura Francisco Javier Hernández y una pequeña comisión de las personas más distinguidas de Cholula.
El trabajo en el hospital comenzó dando atención a ocho enfermos, quienes eran alimentados, cuidados y atendidos por cinco religiosos de la orden de San Juan de Dios, quienes recorrían todos los días el hospital, cuya construcción consta de una sola planta.
La edificación tenía dos pabellones, los cuartos de enfermos eran individuales, el mobiliario y la ropa parecían escasear, al lado de las camas metálicas había una silla, ningún armario. La ropa se lavaba a mano y había un gran tendedero.
Por las noches se iluminaban con velas y quinqués. El portón de acceso al hospital era de madera gruesa, tenía un llamador, una pequeña mano de bronce. Algunos pisos eran de ladrillo, otros de duela.
Quién no recuerda el letrero del sanatorio, el cual siempre se mantuvo en la parte central del arco de ladrillo que permanecía a la entrada del inmueble, mientras que en lo más alto de la entrada principal se puede leer 1910, año de su fundación.
Sin embargo, con los problemas que traía el movimiento de la Revolución mexicana, en 1917, los enfermos fueron enviados a sus domicilios, mientras que la mayoría de los Juaninos regresaron a España, lo que provocó que el sanatorio se convirtiera en un cascarón viejo y vacío.
Tres años después, con el mando de autoridades cívico-militares, el psiquiátrico volvió al servicio de los pacientes mentales, llegando a tener una población promedio de 112 a 117 pacientes.
Con la ayuda de los benefactores se les repartían comidas muy sencillas. Por la mañana, café con leche o atole y pan dulce; al mediodía, caldo, arroz, pollo, frijoles y tortillas. Para la noche, nuevamente café con leche y pan dulce. Las comidas se preparaban con ocotes y carbón.
El aumento de pacientes motivó que se realizaran ampliaciones físicas, los muros y los techos se pintaron.
Pasó el tiempo y en 1933 el hospital fue visitado por autoridades estatales y federales, quienes encontraron que las enfermedades de los internados eran crónicas, algunos pacientes vegetaban, muchos estaban abandonados, sus familiares no los visitaban, todos parecían tener más edad, su aspecto era descuidado, por lo que decidieron ayudar al sanatorio.
El Sanatorio de Nuestra Señora de Guadalupe entonces contaba con un departamento de psicología, ergoterapia, psicoterapia individual y de grupo y revisión de historia clínica, así como las áreas de trabajo social y salud mental omunitaria.
Así estuvo funcionando hasta el 2013, cuando los mismos propietarios del inmueble no pudieron sostenerlo y lo vendieron. Los pocos enfermos fueron regresados con sus familiares mientras las autoridades gubernamentales lo reactivaron como Museo Regional de Cholula.
En las paredes y pasillos donde hace más de 100 años deambulaban los enfermos mentales, hoy caminan visitantes y turistas que admiran las obras de arte, pinturas y esculturas que se exhiben en sus ocho salas.