Pasada la Noche Buena, que se conmemora el 24 de diciembre, llega la Navidad, que se celebra el 25, y el grueso de las familias están reunidas, en un momento que en la actualidad es difícil de concretar a lo largo del año.

Hay que tener claro que el lindero de la Noche Buena y la Navidad, generalmente se traspasa en medio de la celebración, por el nacimiento del Niño Dios, por lo que es común que muchas personas se confundan y olviden que se trata de dos fechas ligadas, pero con un nombre distinto.

De ahí que sea un momento más que propicio para motivar una mayor convivencia entre los integrantes de la familia.

Sin duda es una ocasión en que es posible dejar a un lado los celulares, tabletas y computadoras, para dar paso al viejo y casi abandonado pasatiempo de la conversación y el diálogo.

Una ocasión propicia para que la abuela, el abuelo, la madre, el padre, la tía, las hijas y los hijos, se den un tiempo para convivir y rememorar parte de la historia familiar.

Ello, debido a que, en la actualidad, quizá llevados por la inercia de la modernidad y un ritmo de vida acelerado, a pesar de estar bajo un mismo techo, los integrantes de una familia tienen poco tiempo para convivir e incluso para hacer planes.

Ciertamente, el aislamiento social, derivado de la pandemia, en teoría permitió reunir a la familia, pero en medio de un clima de incertidumbre y zozobra, la situación en algunas ocasiones se complicó.

De ahí que quizá sea conveniente, que el momento del brindis, los abrazos y el intercambio de parabienes, se amplíe al menos durante el día de Navidad, para convivir con la familia y seres queridos, sin prisa ni preocupación alguna.

A fin de cuentas, la bendita tradición del recalentado permite que no haya prisa por la preparación de los alimentos, tampoco está presente el trajín que conlleva el desarrollo de un día hábil.

Las calles y plazas públicas, en su mayoría con poca afluencia, darán cuenta de ello.

Así que, por qué no aprovechar la ocasión para estrechar los lazos familiares e incluso subsanar errores, a fin de cuentas, el espíritu navideño aún prevalece en el ambiente y hay que disfrutar del asueto, pero sobre todo de la presencia de la familia y los afectos.

A fin de cuentas, la Navidad es una época de alegría y fraternidad, que debe comenzar en casa, para extenderse con creces a nuestra comunidad.

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