Chignahuapan es uno de los Pueblos Mágicos del estado de Puebla, localizado en la Sierra Norte. Este municipio se encuentra rodeado por cerros, cascadas, aguas termales y una laguna. Sin embargo, a pesar del esplendor y la popularidad de este pueblo, no muchos conocen el origen de su nombre, el cual proviene del náhuatl y significa “sobre las nueve aguas” o “donde abunda el agua”.
Según los historiadores, durante la conquista de México, Hernán Cortés permitió que el jefe chichimeca Chichimecuatehuipil se estableciera en esta región, donde fundó el poblado de Tetehuitic, cuyo nombre significa “monte de pirámides”, como un sitio dedicado al culto del dios Mixcóatl.
No fue hasta 1527, cuando se fundó el poblado de Santiago Chiquinahuitle, que significa “nueve ojos de agua”. Poco tiempo después, llegaron misioneros franciscanos que establecieron el lugar como un centro de doctrina y evangelización.
Debido a su rica tradición y cultura, el municipio se ha convertido en uno de los destinos más populares, especialmente durante el Día de Muertos.
Cada noviembre, la laguna se ilumina con antorchas para celebrar el Festival de la Luz y la Vida, un evento que honra la leyenda prehispánica según la cual las almas deben pasar por nueve etapas (nueve ojos de agua) antes de llegar al Mictlán.
Pero, si no quieres esperar hasta noviembre, puedes visitar el “Mirador al Mictlán” en Plaza Mural Chignahuapan. Este nuevo espacio te permite viajar al mundo prehispánico y experimentar la cultura antigua en cualquier momento del año.
Esta atracción te permite adentrarte en una representación inmersiva de los nueve niveles del Mictlán, el inframundo de la tradición náhuatl.
Al ingresar, serás recibido por una impresionante escultura del Señor de la Tierra de los Muertos, Mictlantecuhtli. La experiencia te llevará a través de diferentes salas que representan los diversos niveles del inframundo, ofreciendo una perspectiva única sobre la mitología y la cultura náhuatl.
Ubicación: Plaza Mural Chignahuapan
Durante todo el año, puedes explorar este espacio místico y vivir una experiencia cultural que rinde homenaje a esta leyenda prehispánica.
En la época prehispánica, los antiguos habitantes creían en el Mictlán, un lugar al que se dirigían las almas de los fallecidos. Para llegar a este sitio, debían cruzar un río con la ayuda de un perro pardo, quien les permitía el acceso a un reino de descanso para los muertos, compuesto por nueve niveles que debían atravesar.