El Popocatépetl es uno de los volcanes más activos del país, de acuerdo con algunos estudios paleomagnéticos que se le han hecho, tiene una edad aproximada de 730,000 años.
Es el segundo volcán más alto de México, presenta una forma cónica simétrica y también glaciares perennes cerca de la boca de su cráter, lo que supone una amenaza adicional.
Los vulcanólogos aseguran que uno de los aspectos que hacen que este volcán sea uno de los más peligrosos del mundo es que, en caso de entrar en erupción de forma intensa, la lava podría surgir tanto de su cráter como desde las múltiples fisuras que rodean al volcán, por lo que resulta un peligro para los 25 millones de personas que habitan a menos de 100 km del cráter.
Diciembre el mes en el que despierta el Popocatépetl
Predecir cuándo puede entrar en erupción un volcán es muy difícil. Algunos volcanes entran en erupción casi constantemente, pero otros pueden tener intervalos de cientos de miles de años entre erupciones.
Tal es el caso de Don Goyo, ya que hay registros que aseguran que la primera erupción del volcán Popocatépetl fue en el año 2 mil 999 antes de Cristo.
De acuerdo con el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred) y una publicación antigua de la Secretaría de Cultura, el 7 de diciembre de 1917, el volcán registró una fuerte actividad que alarmó a los vecinos de los pueblos cercanos.
El acervo indica que los pasajeros de la línea férrea de la Ciudad de México a Cuernavaca fueron testigos de la lluvia de cenizas que expulsó el volcán sobre los pueblos cercanos a sus faldas. Según los testimonios de sus habitantes, se habían sentido en los últimos días ligeros temblores a causa de la actividad volcánica, así como lluvia de cenizas, lo que provocó que muchos pobladores salieran de esa zona ante el temor de una erupción mayor.
Tras décadas en las que permaneció «dormido», recobró su actividad en diciembre de 1994, lanzó lava y piedras y obligó a evacuar a unos 75.000 habitantes de las comunidades aledañas.
Cuatro años más tarde, el 17 de diciembre, se presentó una explosión fuerte, que lanzó fragmentos incandescentes en la cara norte del volcán, los cuales llegaron hasta 4.5 km de distancia del cráter y provocaron incendios en la zona boscosa. Después, el resto de diciembre de 1998, el volcán redujo su actividad explosiva y solo se registraron esporádicas emisiones de ceniza y pequeñas explosiones. Antes de cerrar el año, el volcán generó un sismo volcanotectónico con magnitud 3.5.
La intensa actividad comenzó el mes de abril de 2000, cuando se registró una pequeña erupción en el volcán Popocatépetl; sin embargo, esta se intensificó hacia finales del año, cuando el 12 de diciembre del año 2000 la actividad del volcán aumentó de manera estrepitosa, a tal grado que los fragmentos incandescentes que lanzaba el coloso se podían apreciar claramente en la noche por lo que fueron desalojadas algunas comunidades que estaban cerca del volcán.
Después de un período de tres días de relativa calma, el 18 de diciembre por la tarde comenzó una nueva erupción. Fueron dos días en los que el volcán lanzó lava, ceniza, gases y fragmentos incandescentes con gran fuerza.
Hasta la fecha, los expertos consideran que esta fue la erupción más grande, en términos de liberación de energía.
En el 2005 y 2011, el volcán registró una columna de humo y cenizas y emitió explosiones que hicieron temblar la tierra. Dos años más tarde, en el 2013, el volcán expulsó flujos piroclásticos.
El 28 de diciembre de 2014 despertó nuevamente el Popocatépetl con una explosión con emisión de vapor de agua, gas y contenido de ceniza moderado, que se desplazó hacia el noreste y alcanzó una altura de por lo menos 1.5 kilómetros.
Y para no perder la costumbre este 2 de diciembre de 2022, el volcán Popocatépetl presentó 77 exhalaciones, 52 minutos de tremor y 2 sismos volcánicos.
Aunado a ello, ya son varios días en los que se ha incrementado la actividad del volcán y se observa una constante fumarola.
¿Se puede predecir una erupción volcánica?
En cierto modo sí, y cuanta más información tengan los volcanólogos, mejor. Estos deben conocer perfectamente la historia eruptiva del volcán; además de tener la instrumentación necesaria y hacer el seguimiento correcto de los datos de la actividad volcánica.
Toda esta información ayuda a que los científicos sean más precisos en sus predicciones. Aun así, los volcanólogos solo pueden hablar en términos de probabilidades, pero nunca pueden estar seguros de la severidad de la erupción o incluso, si el magma conseguirá llegar a la superficie.
Así que, aunque estas metodologías aportan una valiosa información, aún es difícil prever con exactitud el momento, el lugar y la duración de las erupciones volcánicas. Sin embargo, los volcanólogos no se rinden y siguen buscando nuevas formas de predecir con exactitud el despertar de estos gigantes de fuego.