Una de las principales diferencias entre un vehículo de combustión interna y uno eléctrico es que el segundo carece de transmisión, lo que hace que su operación se asemeje a la de un vehículo sin cambios.
Al no tener transmisión, la experiencia de manejo en un vehículo eléctrico es diversa y modifica de manera sustancial el concepto de conducción en comparación con los vehículos de combustión, donde las cajas de velocidades juegan un papel primordial.
Desde el momento en que un motor eléctrico comienza a girar, proporciona un par motor constante. Esto le permite entregar una gran cantidad de fuerza incluso a bajas revoluciones, eliminando la necesidad de una caja de cambios.
Esta capacidad de alcanzar altas velocidades significa que no es necesario un sistema de transmisión complejo con múltiples marchas para alcanzar velocidades máximas. Los coches eléctricos pueden alcanzar fácilmente sus velocidades máximas sin necesidad de una caja de cambios.
Reducción de peso: La ausencia de una caja de cambios reduce el peso del vehículo, lo que lo hace más eficiente en el consumo de energía. Un vehículo más ligero consume menos energía para moverse, lo que impacta positivamente en la autonomía de los coches eléctricos.
En resumen, la ausencia de una transmisión en los coches eléctricos se debe a la eficiencia del par motor constante y la capacidad de operar a altas revoluciones, lo que elimina la necesidad de una caja de cambios compleja.
Esto no solo mejora la eficiencia energética, sino que también reduce el peso del vehículo, aumentando así su autonomía.