Azulejos de talavera, anafres, grandes ollas de barro y cucharas de madera son los principales elementos que distinguen a las cocinas coloniales de la ciudad de Puebla.
Uno de los grandes tesoros de estos inmuebles es que en estos fogones se crearon muchos de los platillos y postres que caracterizan a la gastronomía poblana.
Con la inventiva de las monjas de claustro, la mezcla de ingredientes y el amor a la cocina, fue posible que de estas cocinas surgieran el mole poblano, los chiles en nogada, los dulces de leche y camotes, entre otros deliciosos platos.
Como poblano y visitante, vale la pena que conozcas los siguientes sitios que albergan las cocinas más bonitas de Puebla.
En la calle 14 Poniente número 305, colonia Centro Histórico, se encuentra este hermoso recinto que abre sus puertas de 10:00 a 17:00 horas.
Fue en esta cocina donde surgió el mole poblano, conocido a nivel internacional. Las monjas del claustro hicieron la mezcla de más de 10 ingredientes como chiles secos, semillas, chocolate, galletas y esencias para obtener una salsa espesa y oscura.
La cocina permanece casi intacta a través del tiempo con tres techos abovedados y revestidos con centenares de azulejos de talavera en tonos crema, azul cobalto y amarillo.
Sus fogones de leña seguramente calentaron a fuego lento éste y otros platillos, perfumando la enorme cocina que luce ollas de barro en diferentes tamaños, utensilios de madera, molcajetes, metates y toda clase de objetos artesanales de 1681.
Sobre la calle 18 Poniente y calle peatonal 5 de Mayo se encuentra este recinto, justo a espaldas del templo que resguarda la imagen del Señor de las Maravillas.
Data del siglo XVIII y aún se conservan parte de los muebles, indumentaria y artículos que usaron las monjas agustinas.
Cuenta con 23 salas, pero una de ellas es la cocina impecable que fue la cuna del chile en nogada.
Es de menor tamaño, en comparación con la cocina del ex convento de Santa Rosa, y sus fogones están cubiertos de azulejo de talavera.
Seguramente en esta cocina, donde también hay jarros y platos de barro, metates y cucharas de madera, se crearon otros platillos, pues antes tenía la función de ser un orfanato, también acogió a mujeres “descarriadas” y posteriormente, se convirtió en convento de la orden de las agustinas.
Después de las Leyes de Reforma y la exclaustración de las monjas agustinas, el ex convento se convirtió en Museo de Arte Religioso a partir de 1935 y desde 1940 pasó a resguardo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Cuando recorras la calle de la 6 Oriente número 206, también conocida como la calle de los dulces, puedes hacer una parada en la casa que habitaron los hermanos Serdán Alatriste.
En la planta baja y hasta el fondo se encuentra esta pequeña, pero muy bonita cocina. Al igual que las anteriores, la parte de los fogones y el lavaplatos están forrados de azulejos de talavera.
En esta cocina en la parte alta y al centro, también en azulejos de talavera, está la imagen del santo "San Pascual Bailón", considerado como patrono de los cocineros.
En el resto de la pared hay azulejos separados de manera simétrica que se conjugan con la estantería de madera donde acomodaban los platos, vasos, jarras y tazas.
En la esquina de la calle 4 Oriente número 416, en contra esquina de El Parián, encontrarás este museo que, a diferencia de los anteriores, es más colorido.
En la parte de los fogones predomina el color rojo que hace juego con los cuadros de talavera en tonos crema y amarillo.
Cuentan con un pequeño horno de leña que también está pintado de color rojo y en la parte del centro una cruz amarilla.
Los muros son totalmente blancos, lo que permite que destaquen como única decoración las cazuelas y comales de barro.
La campana también está pintada en rojo y la estantería en madera cruda, pero todo resalta con la luz natural que entra desde el patio central.
Visitar estos espacios hará que te transportes a la época y eches a volar la imaginación.
También podrás tomarte la foto del recuerdo, ya que sí está permitido. Lo único que no podrás hacer es tocar cada uno de los objetos que ahí se exponen, debido a lo antiguo e históricos que son.