Puebla es uno de los estados más ricos en patrimonio prehispánico, con ocho zonas arqueológicas reconocidas por el Sistema de Información Cultural del Gobierno de México.

Estos sitios no solo destacan por su historia, sino por ser los más grandes y antiguos de nuestro país.

Tal es el caso de la zona arqueológica de Cholula, la cual es considerada como la ciudad más antigua de México.

Este antiguo asentamiento se ubica entre los municipios de San Andrés y San Pedro Cholula, 117 kilómetros al este de la Ciudad de México y a sólo 6 kilómetros de la capital poblana, a través de una vía rápida directa conocida como Ruta Quetzalcóatl o mejor conocida como la Recta Cholula.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Antropología e Historia, en noviembre de 1519, cuando Hernán Cortés y su ejército entraron en Cholollan, lo que es hoy la zona arqueológica abierta al público, era ya un lugar abandonado y destruido desde ocho siglos atrás.

La ruina total del conjunto le daba la apariencia —que hasta hoy presenta— de un pequeño cerro lleno de árboles, tierra y maleza.

Sin embargo, el interés por conocer más sobre esta ciudad, hicieron que en 1931, famosos arqueólogos e investigadores analizaran cada detalle de esta estructura, llegando a la conclusión de que el espacio que actualmente ocupa la zona arqueológica de Cholula es tan sólo una pequeña parte de lo que fue esta importante ciudad prehispánica, que incluso llegó a rivalizar con Teotihuacán, El Tajín, Monte Albán, Xochicalco y muchas otras.

De acuerdo con las investigaciones, los primeros vestigios de ocupación en el área se remontan a más de un milenio antes de nuestra era, pero fueron más visibles durante el siglo VI a.C.



Asimismo, se sabe que el lugar donde se construyó el primer templo fue sobre un manantial para que el edificio quedara consagrado.

Ya para el siglo II a.C. se dieron las condiciones para que se construyera la primera Pirámide, la cual tiene más o menos 120 metros por lado en su base, con cuatro cuerpos en talud y escalinata hacia el poniente, se cree que esta estructura se construyó al mismo tiempo que la pirámide del Sol en Teotihuacán.

No obstante, la edificación de la Gran Pirámide, tal como la conocemos hoy, comenzó a constuirse en ese mismo siglo y se cree que finalizó entre el 900 y 1100 d.c Ésta fue construida sobre un terreno de más de 400 metros por lado.

La altura promedio de esta monumental estructura fue de casi 65 metros, sin contar las dimensiones del templo, que debió ser muy alto.

Con estas características, esta pirámide conocida en náhuatl como tlachihualtépetl, “cerro hecho a mano”, era la más grande de Mesoamérica, rebasando en tamaño y altura a la Pirámide de Sol en Teotihuacán

Por último, el INAH señala que en el siglo VIII, Mesoamérica vivió una transformación radical. El florecimiento de sus grandes urbes empezó a declinar, llevando al abandono de varias de ellas.

La ciudad sagrada de Tlachihualtépetl no estuvo exenta de esta suerte, enfrentándose a guerras y calamidades. Esta situación empeoró con una erupción del volcán Popocatépetl.

El gran centro ceremonial fue devastado y saqueado, para luego ser dejado en el olvido. Poco a poco fue creciendo la hierba y los árboles, hasta dejar todo con la apariencia de un cerro desolado.

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