El desabasto de medicamentos en el país no solo afecta a los enfermos oncológicos, también lo padecen los pacientes renales y trasplantados.
Beatriz Adriana Rodríguez Bernal, presidenta de la Asociación de Enfermos Renales y Trasplantados de Puebla, platicó con El Universal Puebla la difícil situación por la que atraviesan cerca de 500 personas afiliadas a su asociación.
En entrevista, comentó que ella lleva 11 años y 4 meses de haber recibido un trasplante de riñón y nunca había enfrentado una situación tan preocupante como la que se vive ahora en el sector salud a nivel nacional.
La Asociación de Enfermos Renales y Trasplantados de Puebla agrupa a 552 pacientes de Puebla, Tlaxcala y Oaxaca, pero Beatriz Rodríguez aseguró que lamentablemente han muerto 175 de sus miembros ante la falta de medicamentos.
Dijo que desde que tomó posesión el presidente Andrés Manuel López Obrador, les aseguró que no había motivo para preocuparse porque se harían compras consolidadas.
Pero ante el inminente desabasto que se agravó este último año a nivel nacional, la asociación civil Nariz Roja promovió el movimiento #HazParo que consiste en evidenciar el problema, pues ello representa perder un órgano trasplantado o la propia vida.
Los pacientes trasplantados requieren de cuatro medicamentos base como: tacrolimus, ciclosporina, sirolimus y ácido micofenólico; pero adicionales a éstos está la azatioprina, además de los tratamientos para controlar la presión y la diabetes.
El costo del tratamiento mensual para los pacientes renales es de más de 22 mil pesos.
“El ISSSTEP es el único hospital que brinda el servicio completo, además con medicamentos originales, mientras que en el IMSS y en el ISSSTE son medicamentos genéricos”, dijo.
La abogada de profesión destacó que Puebla ocupa el cuarto lugar nacional de pacientes con enfermedad renal, y existen mil 700 pacientes en lista de espera para ser trasplantados.
Analía Gómez Acosta es una paciente renal con 15 años de haber sido trasplantada, y ahora vive preocupada por la falta de medicamento para complementar su tratamiento.
“Yo tenía 14 años cuando me detectaron la enfermedad en el IMSS. Durante dos años cumplí con todo el proceso para ser trasplantada y comencé con mis inmunosupresores que son los que han mantenido con esta calidad de vida”, comentó.
La licenciada en gastronomía señaló que los enfermos renales también se enfrentan a la discriminación laboral, pues la mayoría de los empleadores dicen no querer contratar a personas “enfermas”, cuando en realidad no tienen limitaciones, pueden desarrollarse como cualquier persona, aunque solo tengan un riñón funcionando.
En ese sentido, consideró que no contar con una fuente de empleo también pone en riesgo su salud porque ella requiere de tacrolimus que tiene un costo de 3 mil 500 pesos la caja, y en su caso requiere tres por mes, además de otras medicinas.
“Yo enfermé de Covid, y he estado en tratamiento porque la creatinina se me elevó y me la tienen que bajar. Si me quedo sin medicamento entonces voy a perder mi riñón y eso es regresar a las diálisis o hemodiálisis”, subrayó.
Situación similar vive la familia de Nancy Moreno Martínez, quien comentó que han tenido que empeñar objetos de valor a costa de mantener la salud de su padrino Manuel, un enfermo renal.
Originaria del Estado de México llegó a Puebla para cuidar a su familiar, lo que ha implicado pedir dinero prestado y endeudarse para conseguir los medicamentos.
Los miembros de esta asociación reiteraron que de continuar esta situación, saldrán nuevamente a protestar a las calles como lo hicieron el 30 de junio, cuando se unieron a las manifestaciones de padres de niños con cáncer.