La pandemia por Covid-19 transformó la vida de muchos niños y jóvenes estudiantes en Puebla. La contingencia los obligó a continuar sus estudios desde casa, pero la necesidad de apoyar la economía familiar y el desinterés motivó a 5 mil estudiantes a abandonar la escuela en este ciclo escolar.
Miguel Lira Ramírez, de 16 años de edad y estudiante del tercer grado de secundaria en la escuela “Jesús Reyes Heroles” de Tecamachalco, encontró en la pandemia el pretexto ideal para decirle a su padre que ya no quería estudiar.
Reconoce que no era buen alumno y que sólo acudía a clases para complacer a sus padres. Así que cuando iniciaron las clases en línea y, a falta de una computadora, optó por convencer a su papá de que era mejor apoyarlo en el negocio familiar mientras reinician los cursos presenciales.
Ahora, viaja todos los días con su padre desde Tecamachalco hacia Puebla, para atender el expendio de pollo que tienen en el mercado Morelos.
De acuerdo con datos de la Secretaría de Educación Pública estatal, actualmente en el ciclo escolar 2020-2021 se tiene un registro de 1 millón 762 mil 482 alumnos en las más de 12 mil escuelas públicas y privadas de la entidad -desde preescolar, primaria, secundaria y media superior-, que ahora toman sus clases a distancia.
El 24 de marzo del 2021, el titular de dicha dependencia, Melitón Lozano, dio a conocer que en el ciclo, 5 mil estudiantes desertaron, principalmente del nivel bachillerato.
Para frenar el abandono, la dependencia puso en marcha la campaña “Nadie afuera, nadie atrás”, para que los alumnos concluyan con éxito el curso regular.
Como parte de esa estrategia, del 18 de enero al 5 de febrero del presente año, los maestros llamaron a los padres de familia de los alumnos que no se reportaron durante las clases en línea, que perdieron interacción o dejaron de enviar sus tareas. Mediante este programa, la SEP asegura que logró reincorporar a 4 mil 200 niñas y niños al sistema educativo, y que fueron los estudiantes de educación media superior los que mostraron mayor interés.
En ello coincide la señora Laura Hernández, quien tiene una tienda de abarrotes frente a la escuela primaria Justo Sierra, en la colonia 10 de Mayo, de Puebla. Comenta que, desde enero, las maestras llamaron a los padres de familia de niños que no se conectaban a las clases o que no entregaban evidencias de sus tareas.
En ese entonces, las maestras y los padres de familia se reunían afuera del colegio para entregar tareas y recibir las asignaciones semanales. Pero a las pocas semanas, ese intercambio se redujo y al final sólo la mitad de las mamás continuaban con esa mecánica de trabajo.
Esta crisis en el sistema educativo también puso en jaque a las escuelas particulares.
Vanesa Miguel, madre de dos hijos que estudiaban en un colegio privado, dice que, debido a la crisis, tuvo que cambiarlos a una institución más económica.
“Los inscribí en una escuela más accesible, donde no tuviera que pasar mucho tiempo con las clases en línea, con una plataforma mucho más sencilla, y sí, el nivel académico es más bajo, pero es el que se acomodó a mis necesidades”, señala.
Pero también hay abandono en el nivel superior. Ana Prado Pérez, estudiante de cuarto semestre de Derecho en el Instituto de Ciencias Jurídicas, califica de tedioso el hecho de tomar clases vía internet, pues argumenta que sus maestros no estaban preparados para dar sesiones online, las exigencias eran mayores y no estaba dispuesta a cubrir una colegiatura por un servicio que no recibía, que era deficiente y en el que no estaba aprendiendo nada.
“Los maestros no ponían de su parte para que los alumnos estuviéramos motivados, eran muy malas las clases, no había interacción”, asegura la joven que ahora prefiere trabajar y retomar los estudios hasta que haya clases presenciales.
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en su estudio “Los costos educativos de la crisis sanitaria en América
Latina y el Caribe”, señala que la deserción escolar en México creció 16 por ciento a raíz de la pandemia por Covid-19.
En tanto, la Red por los Derechos de la Infancia (Redim) estima que, por los impactos económicos del Covid-19, miles de niños se sumarán a los 3.3 millones que ya laboraban en México.