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Conoce a Socavona y sus amigos, rescatados por la Clínica del Perro Callejero

Este centro de recuperación único en el país, dirigido por Darinel Keller, dio una nueva vida a una perrita abandonada a orillas del socavón de Zacatepec

FOTO: El Universal Puebla
26/06/2021 |16:11Angeles Bretón |
Angeles Bretón
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Socavona tiene ahora una nueva oportunidad de ser feliz. Su vida estuvo en riesgo porque merodeaba peligrosamente por la orilla del socavón que se formó en Santa María Zacatepec.

Esta perrita mestiza estaba abandonada, pero el día que rescataron a Spay y Spike, personal de la Clínica del Perro Callejero la encontró y la puso a salvo para evitar que cayera en el hundimiento.

Por eso, sus cuidadores decidieron llamarla Socavona.

“Los nombres nosotros se los ponemos porque tienen un significado y es muy importante que les repitamos y los estimulemos diciéndoles que son fuertes, que ellos pueden”, dice Darinel Keller, coordinador de la Clínica.

En este lugar se dedican a rescatar a animalitos callejeros, los curan si tienen alguna enfermedad o lesión y les brindan todos los cuidados para lograr su recuperación y después, darlos en adopción a personas responsables.

Darinel Keller recibió a El Universal Puebla en su clínica de la colonia Alseseca, donde actualmente tiene a 30 lomitos en recuperación.

Muy cerca de Socavona reposa “Hope”, una perrita que se recuperó de una cirugía tras ser atropellada, y estando preñada, permaneció casi una semana en la calle con fractura expuesta.

"Estoico" es un lomito que logró ser rescatado hace una semana, la condición de abandono en la que se encontraba no le permitía sostenerse en pie y hoy se sabe que padece un daño neurológico que le provoca convulsiones todo el tiempo. Actualmente presenta mejoría gracias a los medicamentos y terapias alternativas que le practican, pero sobre todo por el cariño de sus cuidadoras que con paciencia y amor lo motivan a salir adelante.

Meridio”, en alusión a un personaje de la película El Gladiador, es un can que unos voluntarios salvaron en Atlixco y que padecía fuertes dolores.

La salvación más reciente fue la de un gatito que, tras los maltratos de su dueña, decidió esconderse en el hoyo de una pared. La propietaria fue descubierta intentando tapar la cavidad para que el pequeño ya no saliera y fue denunciada.

“En este caso colocamos una trampa improvisada para que el gatito bebé pudiera salir después de 3 horas... Nada está escrito, es simplemente con la experiencia como vas aprendiendo a hacerlo”, explica. 

Para realizar un rescate, el personal de la clínica cuenta con equipo de protección, línea de vida, arneses, poleas, mosquetones y cuerdas y está preparado para acudir donde sea la emergencia, ya sea en ciudad o en la zona rural sin importar las inclemencias del tiempo ni la hora.

En ello, invierten 25 mil pesos mensuales, pues además tienen que equipar la clínica, comprar comida, realizar labores de limpieza y adquirir medicamento e insumos veterinarios.

Darinel Keller hace esta labor por tratarse de seres vivos a quienes ama, pero además porque fue una perrita la que mejoró la calidad de vida de su hija, quien a los 15 años le fue detectado un quiste en el cerebro que le producía convulsiones.

Él y su esposa decidieron adoptar a la perrita Youyou, para que les avisara antes de que su hija padeciera una crisis epiléptica. Desde entonces duerme con ella y hasta la fecha no ha vuelto a sufrir una crisis.

La Clínica del Perro Callejero es un modelo de casa de recuperación para los perritos y gatos, único en el país y surgió a finales del 2020 con la participación de cerca de 80 personas, autodenominados Padrinos Mágicos.

De acuerdo con el censo que realizaron en la ciudad de Puebla, se calcula hay por lo menos entre 1 a 2 millones de perros en la calle.

Por ello, hace un llamado a diputados y senadores para que refuercen la legislación a favor de estos seres vivos e impidan la existencia de propietarios irresponsables que echan a la calle a sus mascotas.

“Hay que legislar por una auténtica ley que obligue a los municipios a crear sus propios reglamentos y hacerlos efectivos. También hay que obligar que el tema se aborde en la educación, desde niños de kínder a primaria, para que en dos o tres generaciones el problema de los perros en la calle comience a cambiar. Porque esos niños cuestionarán a sus papás y les preguntarán por qué tienen al perro en la azotea si también siente calor, sed, hambre, frío y dolor”, comenta.