Arnol Brandon Medina Guzmán es un investigador que a su corta edad ha puesto en alto el nombre de Puebla y de México, al buscar un antídoto natural para tratar las mordeduras de serpientes.
En entrevista con El Universal Puebla, este talento poblano explicó los avances de esta investigación que pretende aprovechar las propiedades de las plantas de Cuetzalan para salvar vidas.
El joven de 25 años de edad, originario de la localidad La Lima, en el municipio de Tenampulco, realiza el proyecto con el doctor Guillermo Woolrich, quien es uno de los principales investigadores de vipéridos en México, y el biólogo José Varela, quien estudia diversas especies de cascabeles, en coordinación con la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) y el Instituto Tecnológico de Zacapoaxtla.
Su amor por la etnobotánica nació por los conocimientos que tenía su madre sobre las plantas para tratar fiebres, picaduras o erupciones en la piel; una práctica ancestral que él quiere llevar a la ciencia.
Durante un viaje a Apulco, también en la Sierra Norte de Puebla, un cazador le compartió la experiencia que en una ocasión fue mordido por una serpiente y se estuvo tratando con una sopa llamada X-kijit, la cual es tradicional en la región y se prepara con una planta llamada Renealmia alpinia.
De acuerdo con las pruebas realizadas, los extractos de esta planta soportan temperaturas de hasta 35 grados centígrados, lo que significa que no requieren refrigeración específica para mantener su efecto. Lo cual es benéfico porque en la mayor parte de las zonas rurales no hay congeladores para conservar las vacunas.
En el 2018, Medina Guzmán emprendió la tarea de buscar un antiveneno a base de esta planta, para atender a las personas que son mordidas por las tres especies de serpientes más importantes en México: la nauyaca cuatro narices, que representa una gran tasa de mortalidad en la región de Veracruz; la crotalus rabos o cascabel, con gran presencia en la zona del Valle de México, Tlaxcala y Puebla y la crotalus atrox o serpiente diamantada del oeste, cuya mordedura genera un alto índice de amputaciones en el sureste de Estados Unidos debido a la toxicidad del veneno.
En Puebla se estima que al año ocurren un promedio de 2 mil 229 mordeduras de serpientes, pero la mayoría no llega a un hospital pues se atiende con remedios tradicionales o mueren en el mismo lugar donde fueron mordidos.
“Actualmente la investigación se encuentra en la fase de pruebas biológicas. Estamos tratando de encontrar una dosis letal 50, que es una dosis que utilizamos para identificar qué porcentaje del medicamento puede causar o no la muerte de un paciente”, explicó Arnol Medina tras precisar que no cuenta con ningún tipo de financiamiento privado o gubernamental.
Explicó que esta investigación cuenta con la patente de registro ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI) debido a que han encontrado que dicha planta, además de inhibir el veneno, evita la muerte de células en el tejido.
“Este trabajo de investigación de caracterización toxicológica es el primero que se hace en el país, y ayudará a saber cómo va a reaccionar el veneno, en qué tiempo va actuar, cuáles son los componentes esenciales del veneno, y también conocer qué plantas o qué compuestos pueden funcionar como un antiveneno”, detalló al agregar que pueden tardar hasta cuatro años en obtener el antídoto.
Mientras tanto, sigue difundiendo su trabajo que le ha valido varios reconocimientos nacionales e internacionales, como obtener el mayor puntaje en Expo Ciencias Puebla, lo que le permitió llegar a la Expo Ciencias Internacional de Abu Dhabi, Emiratos Árabes, donde representó a México y obtuvo una medalla de oro.
“México y Abu Dhabi comparten algunas características proteínicas muy similares, lo que quiere decir que si nosotros continuamos trabajando con el antiveneno y lo llevamos a un proceso de purificación, posiblemente estemos hablando de un antídoto casi universal”, dijo.
Esta investigación le permitió obtener el cargo de docente de Química en la BUAP y dos reconocimientos por parte de la Cámara de Diputados. En 2018, reconocimiento a la trayectoria profesional, y en 2020 el reconocimiento a la Trayectoria Profesional y una placa conmemorativa.
Además, ha participado en semilleros de investigación en Colombia y tiene en puerta hacer enlaces con el Instituto de Química de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) para la purificación de los estratos de las plantas.
“Espero proyectar en mi voz el pensamiento de muchos de los científicos, que los políticos nos tomen en cuenta al momento de tomar una decisión. Es enorme el desapego de los políticos por hacer ciencia. Los científicos deberían de ser tomados en cuenta para prevenir la mayoría de los desastres naturales por las que vamos a pasar, como ejemplo la presente pandemia”, acotó.