Es común pensar que las acciones y planes de protección civil corresponden a espacios educativos, laborales, comerciales y de servicios, dejando de lado la importancia que representa el seno familiar.
Sin embargo, las medidas de protección civil deben comenzar por el entorno social más íntimo, que es la familia y el domicilio que se habita.
Los elementos básicos para elaborar un plan familiar de protección civil deben enfocarse en:
Entre las consideraciones a tomar en cuenta, destaca valorar la eventual presencia periódica de eventos naturales como lluvias, vientos fuertes y huracanes, así como la forma en la que pudieran impactar en el entorno familiar y social.
Además, se deben revisar las instalaciones eléctricas; detectar y reducir riesgos y fallas en instalaciones hidráulicas, lo que en paralelo permitirá darle mantenimiento al hogar; y revisar las instalaciones de gas.
Es fundamental ubicar e identificar adecuadamente sustancias químicas que pudieran representar un riesgo, además de fijar muebles que pudieran caer, tales como libreros y estantes.
También se deben revisar las condiciones de pisos, escaleras, paredes y techos; detectar los puntos de menor riesgo en el hogar; establecer rutas de evacuación y, en su caso, un punto de reunión. Las rutas de evacuación deben mantenerse libres de mobiliario y obstáculos. Es importante realizar simulacros con los integrantes de la familia.
En general, los planes de protección civil familiar deben contemplar diversos escenarios como incendios, inundaciones, sismos, ciclones, huracanes, tormentas tropicales, vientos atípicos y deslizamientos de laderas.
Sin dejar de considerar la atención de necesidades básicas como la alimentación e hidratación, y por supuesto, contar con un botiquín médico.