A partir del 4 de marzo entró en vigor la imposición del 25 por ciento en aranceles que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció para México y Canadá. Se trata de una medida que los mexicanos no deben ignorar, ya que las consecuencias no afectan solo a las empresas, sino también a sus bolsillos.
Es probable que la mayoría de los mexicanos piensen que el tema de los aranceles solo debería preocupar a los políticos o economistas. Sin embargo, los ciudadanos comunes también deben prestar atención a cómo pueden impactar estos impuestos en su vida diaria.
Según la doctora Aribel Contreras Suárez, coordinadora de la Licenciatura en Negocios Globales de la Universidad Iberoamericana (IBERO) en Ciudad de México, un arancel es un impuesto que se cobra a los bienes comprados en el exterior con el objetivo de proteger la producción nacional.
Este impuesto también se aplica cuando se considera que un producto importado incurre en dumping, es decir, cuando una empresa extranjera vende su mercancía por debajo del precio del mercado nacional.
El arancel puede imponerse a productos subsidiados por gobiernos para incrementar su precio y hacerlos más competitivos. También puede responder a motivos no comerciales, como en el caso de Donald Trump, quien lo utilizó como una herramienta para frenar la migración proveniente de México y la entrada de fentanilo a Estados Unidos por la frontera sur.
La académica explicó que los aranceles impuestos por Trump a México y Canadá afectarán principalmente al sector automotriz, al petróleo crudo, la telefonía, los equipos de cómputo y las autopartes, ya que México y Canadá dependen del comercio con Estados Unidos, al que dirigen prácticamente el 80 por ciento de sus exportaciones.
A esta visión se suma lo dicho por Juan José Sierra Álvarez, presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), quien señaló que las exportaciones de automóviles, autopartes, computadoras, electrodomésticos y productos agrícolas sufrirán serias afectaciones.
Este incremento podría provocar una severa desaceleración económica en un momento en que la economía mexicana ya muestra signos de debilidad, además de encarecer productos y perjudicar tanto a consumidores como a empresas.
Además, en el caso de México, el tipo de cambio podría verse afectado, generando volatilidad financiera y obstaculizando el crecimiento. A su vez, los bancos centrales enfrentarán dificultades para reducir las tasas de interés, prolongando un entorno restrictivo para la inversión y el comercio.
El panorama es crítico, ya que resultará en la reducción de exportaciones, la disrupción de las cadenas de suministro, la salida de inversiones y la presión sobre el tipo de cambio, condiciones que configuran un escenario de incertidumbre y debilitamiento económico, indicó.
Por su parte, Edmundo Enciso Villarreal, presidente de las Comisiones de Nearshoring y Comercio Exterior de la Coparmex y Enlace Legislativo de la Asociación de Agentes Aduanales de Aduanas Metropolitanas (AAADAM), advirtió que los ciudadanos comenzarán a notar los efectos cuando la pérdida de competitividad en la región lleve a las empresas a recortar personal, reducir inversiones y generar menor estabilidad financiera en el país.
También podrían registrarse reducción de exportaciones, afectaciones a la cadena de suministro en Norteamérica y la salida de empresas estadounidenses para evitar los aranceles, lo que podría provocar el cierre de negocios, disminución en la recaudación fiscal, mayor presión sobre el tipo de cambio con una posible devaluación del peso frente al dólar y el riesgo de una recesión económica derivada de la incertidumbre comercial.