Las familias mexicanas que siguen la tradición de colocar ofrendas a sus difuntos en esta temporada de Día de Muertos, levantan sus altares de diferentes tamaños y con distintos elementos.
Agua, comida, flores, imágenes religiosas, el retrato de la persona a la que está dedicado el altar y las veladoras o ceras, son algunos de los elementos imprescindibles en cualquier ofrenda dedicada a los muertos.
El municipio poblano de Huaquechula es reconocido por las imponentes estructuras que las familias construyen para instalar sus altares, principalmente en las casas donde la persona falleció entre noviembre del año anterior a la fecha.
Las velas escamadas son un elemento que distingue a las ofrendas de Huaquechula, en el Valle de Atlixco, las cuales son ceras blancas adornadas por delgados listones de papel metálico en varios colores, diamantina e imágenes de angelitos, según sea el caso.
Con anticipación, artesanos de Huaquechula se preparan para la elaboración de estas velas escamadas, donde la creatividad e imaginación permiten que ningún cirio sea igual a otro.
Se dicen escamadas debido a la figura que aparenta cada corte que los artesanos realizan a lo largo de la vela, con la ayuda de cuñas, pinzas o navajas.
Para esta tarea, la vela de 60 centímetros de largo, es calentada para facilitar el corte en su circunferencia, ya sea en diagonal, transversal o solo superficial, mismo que aparenta como si se tratara de una escama de pescado.
Para resaltar la escama, se coloca pegamento blanco y diamantina plateada para decorar solo la orilla de cada escama.
Los listones de papel metálico pueden ser delgados o anchos y los colores dependerán de a quién esté dedicada la ofrenda.
La tradición indica que las velas escamadas con listones en color rosa o lila son para las ofrendas dedicadas a una mujer, mientras que los de tono azul y amarillo son para los hombres y las de color blanco con imagen de angelitos, para los niños difuntos.
En algunos casos se puede colocar en cada vela una pequeña imagen religiosa, como la Virgen de la Soledad o la Virgen de los Dolores.
De acuerdo con artesanos del municipio, cada uno espera comercializar en esta temporada un promedio de dos mil velas, pues el año pasado solo vendieron mil, principalmente por el confinamiento ocasionado por el Covid-19.
Una esperanza similar es la que guardan los artesanos de San Gabriel Chilac, otro municipio del estado de Puebla donde las fiestas de Todos Santos son las más esperadas y respetadas por sus pobladores.
En este municipio, las velas no son blancas, pues se caracterizan por su color amarillo obtenido por la cera de abeja que de manera artesanal preparan los habitantes.
Los artesanos de Chilac comentan que al ser un producto totalmente orgánico evitan que la flama genere humo negro y manche los techos o altares de quienes colocan estas ofrendas.
Desde hace décadas, las familias acostumbran colocar flores y frutas en la parte central de la ofrenda y en medio de las flores se depositaba una cera amarilla para guiar a las almas en su regreso a casa.
Se cree que la luz de las velas también sirve para iluminar el camino de los fieles difuntos cuando regresen al descanso eterno después de cada 2 de noviembre.
Actualmente, las velas amarillas de San Gabriel Chilac son adornadas con papel de colores en forma de flor, pues la tradición indica que las mismas ceras que alumbran los altares deberán ser tomadas por los deudos e iluminar el camino de las almas cuando acudan al panteón el 2 de noviembre.
La paciencia y creatividad se reflejan en cada cera, ya sea escamada o de miel adornada, pues es la añoranza, cariño, respeto y amor que imprimen los artesanos recordando a sus muertos.
Estás veladoras tienen un costo promedio de 35 pesos por pieza y cada cliente compra al menos cinco por altar.