Lidia Irene Mora Báez es una mujer de 68 años de edad, originaria de Tlatlauquitepec, pero por muchos años ha vivido en Puebla, teniendo su domicilio en la colonia El Cerrito.
Es de profesión médico general y en entrevista con El Universal Puebla compartió su experiencia después de haber padecido cáncer de mama, enfermedad que le provocó que ahora le “tenga terror a las bolas”.
“El cáncer de mama es un padecimiento asintomático. Cuando uno se da cuenta es porque ya está el problema. Cuidaba a mi mamá que padeció cáncer cervicouterino, pero yo no me cuidaba, no prestaba atención a lo que tenía”, relató.
Apuntó que su mamá murió en julio de 2001 y en septiembre de ese mismo año, durante la ducha se hizo la exploración de mamas y se sintió una bolita que supuso que no era normal, pero no prestó atención de inmediato.
En noviembre nuevamente notó que la bolita ya había aumentado su tamaño, por lo que le hicieron una mastografía, la cual reveló una imagen muy sugerente de carcinoma.
El médico le explicó a Lidia Irene que si los resultados daban positivo a cáncer le quitaría toda la mama y si era negativo solo le haría una cuadrantectomía.
Los resultados fueron positivos a cáncer de mama y después de 15 días de cicatrización la sometieron a un tratamiento que se conformó de 6 sesiones de quimioterapia y 27 de radioterapia.
Se le cayó el cabello y llegó un momento que compró una peluca, pero la usó poco porque se acaloraba mucho y se sentía más cómoda con un turbante.
La profesionista en medicina general se incapacitó de su trabajo en la Clínica del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Chietla, durante un periodo de siete meses, pues cuando salía de las sesiones se sentía mal, débil, a veces muy decaída, pero aún así no perdía el ánimo de seguir adelante.
En este proceso difícil en su vida, nunca dejó de tener el apoyo de sus cinco hermanos. Ella es la mayor de tres mujeres y dos hombres, pero su hermano el más pequeño siempre estuvo a su lado para acudir a todas sus consultas y terapias.
Una vez que pasaron las etapas de las terapias regresó a trabajar en el turno vespertino de la misma clínica del IMSS, donde permaneció durante 17 años. Mes con mes regresaba a la ciudad de Puebla para sus consultas de revisión, luego fue cada tres meses, cada seis y posteriormente cada año, como continúa a la fecha. Su próxima consulta será en febrero de 2024.
Mora Báez relató que en todo el proceso no fue la cirugía ni el que le hayan retirado la mama lo que más le dolió, pues expresó que una vez que conoció de los resultados de los exámenes de laboratorio y estudios de rayos X, se quedó en shock.
Lo más difícil para ella fueron las sesiones de quimioterapia, incluso ya la última no la quería recibir porque estaba agotada físicamente.
En esta etapa aprendió a jugar mucho con la mente. “Un consejo les doy para un paciente con cáncer es importante que esté contento, que no esté triste y que no piense cosas negativas, porque el estado de ánimo en lugar de ayudar, le perjudica”, compartió.
Se dedicó a sanar, a ser muy puntual en sus citas de revisión y para que le dieran su medicamento, el cual era costoso, y aunque ya en la última etapa de sus sesiones se lo diferían, nunca le faltó.
En la cirugía para retirarle la mama también le hicieron extirpación de la cadena ganglionar, porque presentaron inflamación, pero ninguno tenía metástasis.
Al hacer esta extirpación se evita que el cáncer se propague a otras partes del cuerpo y permite decidir si se necesita cualquier otro tratamiento.
Como médico general durante 5 años prestó sus servicios en la Clínica del IMSS del municipio de Zaragoza, después 17 años en Chietla y 5 años en San Miguel Xoxtla hasta que se pensionó.
Compartió que después de que le diagnosticaron el cáncer, ella como médico enfatizó en todo momento a sus pacientes que se realizaran la exploración, que se previnieran y a quienes los resultados eran positivos, los ayudaba en todo el proceso para que las consultas de revisión fueran constantes y no dejaran pasar mucho tiempo, “porque en padecimientos de cáncer, el tiempo es oro”.
A las mujeres que padecen cáncer de mama las motiva a seguir adelante, que no haya pérdida de voluntad y que no se les pasen sus consultas hasta que el médico no les indique otra cosa, porque uno de los errores que comenten los pacientes es que comienzan a sentirse bien y dejan sus tratamientos.
Actualmente, la hermana de su cuñada está en tratamiento en la fase de quimios porque también le detectaron cáncer de mama y le fue extirpada.
Por ello, como profesionista de la salud sigue recomendando a sus conocidos y familiares que se revisen y en el momento que identifiquen una bolita, acudan al médico y que las revisen para prevenir.
En tanto escribe sus memorias sobre este proceso y considera que el cáncer cervicouterino que tuvo su mamá fue una posible causa.
Este 19 de octubre se conmemora el Día Internacional de la Lucha contra el Cáncer de Mama, padecimiento que es la primera causa de muerte en mujeres de 20 años y más.
En el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) se detectan en promedio alrededor de 5 mil 600 casos nuevos al año, por ello la importancia de la prevención y detección temprana, para reducir la probabilidad de morir por esta causa e incluso, mejorar la calidad de vida de las mujeres.
Hace 15 años se detectaba este tipo de cáncer en etapa 3, pero en la actualidad, con las campañas que se realizan en Primer Nivel de Atención en las unidades de Medicina Familiar se detecta en etapa 2 o la 1.
La autoexploración mamaria se recomienda a todas las mujeres a partir de los 20 años. La exploración clínica debe comenzar a los 25 años y la mastografía de tamizaje se realiza a las mujeres a partir de los 40 años y hasta los 69 años, por ser el grupo blanco de mayor riesgo.