El pasado 21 de mayo la actividad del volcán Popocatépetl alcanzó el nivel Amarillo Fase 3 del Semáforo de Alerta Volcánica, pero ya alguna vez estuvo en rojo.
Los hechos ocurrieron el 30 de junio de 1997 y esta fue la primera ocasión que se declaró ese nivel de alerta en la historia del coloso.
Los datos se encuentran en el documento "Historia de la Actividad del Volcán Popocatépetl" elaborado por el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred).
La historia del volcán la cuentan con antecedentes incluso prehistóricos y con resúmenes de los monitoreos diarios desde ese año y hasta 2011.
De inicio recuerdan que fue en 1987 y 1989 cuando el Instituto de Ingeniería y el Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) instalaron las primeras estaciones sísmicas telemétricas a pocos kilómetros del cráter.
Con esos primeros centros de monitoreo pudieron detectar que entre finales de 1992 y principios de 1993 de forma gradual se inició la reactivación de las fumarolas que habían estado suspendidas desde 1927 y que también hubo un aumento en la temperatura.
Durante 1994 se instalaron otros dos centros de monitoreo del Cenapred y fue el 21 de diciembre de ese año que se produjo la primera emisión de ceniza en 70 años, lo que generó inquietud entre la población y las autoridades que realizaron algunas evacuaciones.
El año 1995 fue también relevante, pues se instalaron más centros de monitoreo y se publicó el "Mapa de Peligro del Volcán Popocatépetl" por parte de la UNAM.
En 1996 se documentó el primer domo, el cual se rompió un 30 de abril, cuando cerca del cráter había alpinistas que no advirtieron el peligro.
El 15 de marzo de 1997 se formó otro domo, el cual se rompió el 30 de junio de ese mismo año, por lo que se activó por primera vez el semáforo rojo, aunque sin evacuar a la población.
Según los recuentos, esa fue la jornada más activa desde que iniciaron los registros, ya que hubo sismos volcánicos de entre 2 y 2.7 y se generó una pluma de ceniza que alcanzó los ocho kilómetros.
El material cayó en poblaciones cercanas al volcán y hasta la Ciudad de México sin que se registraran víctimas o daños materiales de consideración. El aeropuerto de la capital del país tuvo que cerrarse por casi 12 horas para limpiar la ceniza.
Mientras que en Paso de Cortés y la carretera que va de Santiago Xalitzintla, en Puebla a San Pedro Nexapa, Estado de México, cayeron piedras pómez de hasta 10 centímetros de diámetro.
Tras la actividad volcánica llovió intensamente y días después las cenizas se movilizaron a través de torrentes de agua hacia la parte alta de Xalitzintla donde una casa se inundó y varios predios con árboles frutales y una milpa se afectaron.
De acuerdo con una ficha del gobierno federal hasta el 2016 hubo el registro de más de 80 domos y el Cenapred registró otros años de intensa actividad con fumarolas kilométricas y acciones de evacuación.