El culto hacia los muertos es una tradición arraigada desde hace 500 años con la conquista española, explicó Pedro Mauro Ramos Vázquez, jefe de cronistas del estado de Puebla.
En entrevista con El Universal Puebla, destacó que en el estado de Puebla hay siete etnias: totonaca, nahuas, otomíes, tepehuas, popolocas, mixtecos y mazatecos y cada una tiene una manera propia de recordar a sus seres queridos.
Narró que en la cultura mexica se hablaba del Mictlán, que es el lugar donde se creía que se tenían que pasar nueve niveles para llegar al punto del descanso final.
Se cree que el tiempo que transcurría en el Mictlán era de cuatro años, por lo que se iba acompañado de un xoloitzcuintle.
Con el tiempo, cada región fue adoptando diferentes elementos y por ello existe una amplia diversidad en los altares de muertos en alimentos, artesanía y otros elementos.
En la Casa de Cultura, los visitantes pueden apreciar cerca de 10 ofrendas que representan al estado de Puebla.
Mauro Ramos Vázquez explicó que las 32 regiones del estado cuentan con una amplia variedad de formas, colores y elementos al momento de colocar sus ofrendas del 28 de octubre al 2 de noviembre.
En ese sentido, recordó que de acuerdo con la tradición, el 28 de octubre está dedicado a las ánimas solas o para quienes murieron a causa de un accidente.
El 29 de octubre, las ofrendas se dedican a las almas de las personas que han sido olvidadas, a los desamparados o quienes murieron ahogados.
El 30 de octubre, los altares son en memoria de las almas de los difuntos que se fueron sin comer o para los que se fueron sin ser bautizados.
El 31 de octubre es para los muertos de nuestros muertos, es decir, a todos nuestros ancestros o antepasados.
El día 1 de noviembre se dedica a todos los santos y se dice que a las 12:00 horas llegan las almas de los angelitos o de quienes fallecieron siendo niños.
El 2 de noviembre es el día de los Fieles Difuntos o de todos los muertos adultos y se cree que a las 3 de la tarde de ese mismo día, se retiran todas las almas que acudieron a recoger su ofrenda.
Se asocia esa hora porque en la religión católica, es el momento en el que murió Jesucristo.
En las ofrendas indígenas se pueden apreciar variedad de panes como el tochi o las hojaldras, bebidas como el mezcal o el yolixpa, tamales de frijol o de cominos, flores como la nube, cempasúchil o cucharilla, además de alimentos como el mole o el zacahuil.
En la ofrenda totonaca destacan el maíz, las frutas y el follaje con el que dan la bienvenida a los difuntos.Tiene una amplia vegetación utilizada para representar el mundo terrenal y el paso al inframundo.
La ofrenda tepehua se coloca colgada en un arco, contiene panes, frutas y licores como el acachul. Se dice que los alimentos cuelgan para facilitar a los muertos que los tomen.
Además, se utilizan plantas de la región como platanares, y con los troncos se hacen los soportes para colocar la cera amarilla de abeja.
En el valle de Tehuacán se montan las ofrendas nahuas, como las de San Gabriel Chilac, declaradas Patrimonio Cultural del Estado. Las ceras son adornadas con flores en papel y tela, se colocan trajes regionales y panes como el tochi.
En la ofrenda popoloca se incluyen artesanías hechas a base de palma, palmillas, cucharillas y quiote. Es común encontrar arcos llenos de palma, petates en el suelo, así como canastas para colocar los alimentos.
La ofrenda mixteca destaca por el uso de las artesanías en palma y comparten su creación con los pueblos popolocas. Se acostumbra poner tapetes o cortinas colgados, en el piso y sobre la mesa, los cuales sirven para que el difunto descanse sobre él a su llegada a la tierra.