Además de la irritación en ojos, nariz y garganta en los humanos, hay otros efectos negativos que provocan las cenizas del volcán Popocatépetl, ya que también existen daños a la flora y fauna de las comunidades aledañas.
Desde que el Popocatépetl se reactivó en 1994, se han realizado diversos estudios, incluyendo los componentes que hay en las nubes de gases y vapor de agua que emite.
Estudios de la doctora María Aurora Armienta Hernández, del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), detallan que en la ceniza del Popocatépetl se pueden encontrar concentraciones de dióxido de azufre, cloruro de hidrógeno y fluoruro de hidrógeno.
Tanto para los animales como para las personas, la inhalación de dióxido de azufre puede provocar constricción del tracto respiratorio y aumentar la resistencia al flujo del aire, hasta observar cambios en los patrones normales de la función pulmonar.
En las faldas a Don Goyo las cenizas pueden alcanzar niveles riesgosos en la fauna, principalmente en el ganado vacuno, tanto por las concentraciones de algunos metales en el ambiente, como por estar en la superficie de las plantas o en cuerpos de agua.
Por ello, es importante evitar que las personas cubran cisternas, tinacos, pilas y toda fuente de almacenamiento de agua para su consumo y el de los animales, evitando que beban de agua en la cual se hayan depositado cenizas volcánicas.
La fauna que habita en las faldas del coloso son: teporingo o conejo del volcán (Romerulagus diaza), coati (Nasua nasua), ardillas (Sciurus y Spermophylus), venado cola blanca (Odocoileus virginianus) y 52 especies de mamíferos como ganado vacuno, porcino, caprino, ovino y caballar.
Estos animales corren riesgo si el follaje del que se alimentan tiene altas concentraciones de químicos por medio de la ceniza volcánica.
Además, en Atlixco donde se cosecha la trucha, también hay el riesgo de contaminación.
Respecto a la flora que se encuentra aledaña a Don Goyo, en el documento se menciona que ésta se compone de Pino (Pinus hartwegii), Oyamel (Abies religiosa), Roble (Quercus rugosa), Ciprés (Cupressus lusitanica) y alrededor de mil especies de vegetales.
En estudios realizados en 1994 y 2012, cuando se registraron altas concentraciones de ceniza volcánica, identificaron metales pesados que tienen efectos negativos en las plantas.
El cadmio provoca clorosis (pérdida del color verde) y hojas torcidas en cultivos de frijol, soya, espinacas, zanahorias, avena y rábanos.
El manganeso contribuye a clorosis y lesiones necróticas de las hojas, manchas necróticas, secado de las puntas de las hojas, atrofia de las raíces y del crecimiento de las plantas.
La presencia de plomo genera hojas verdes oscuro, atrofia del follaje y hojas marchitas.
El flúor, en altas concentraciones, genera necrosis de las puntas y márgenes de las hojas, clorosis, deformación de los frutos, disminución del crecimiento de las raíces, tanto en vegetales, pinos y árboles frutales.
El zinc también es un químico que genera que las plantas pierdan el color verde que las caracteriza, así como necrosis de las puntas de las hojas, retardo en el crecimiento de las plantas y daño a las raíces.
En tanto, en la investigación “Caracterización fisicoquímica de material particulado del Popocatépetl, trayecto Atlixco-Puebla, y su impacto en la salud y el ambiente”, se mencionan afectaciones en flora y fauna específicamente en Atlixco.
La ceniza volcánica se compone de dos tipos de fragmentos, los amorfos (vidrios) y los cristalinos (minerales). En 1994 presentaban cristales en forma de paralelepípedos, acompañados de agua y dióxido de azufre, y en su composición había silicio, calcio, aluminio, fierro, cromo, níquel, cobre, zinc y plomo.
Se identificaron daños en la textura del suelo, capaz de cambiar el paisaje original por el tipo de flora que se desarrolla a mediano o largo plazo, porque la porosidad del suelo se incrementa, los valores de materia orgánica disminuyen y el pH se eleva.
Esto lleva cambios en el desarrollo de los árboles y afectar su crecimiento debido a la presencia de las cenizas.
En cuanto a la fauna, menciona que la precipitación severa de ceniza puede ocasionar ceguera en animales silvestres y de granja o domésticos.
Por ello, se recomienda mantenerlos dentro de refugios, lejos de la intemperie, ya que los animales que ingieren agua o alimentos expuestos a ceniza volcánica pueden morir por intoxicación.
Los estudios reiteran que la peligrosidad de los metales pesados es mayor al no ser química ni biológicamente degradables. Una vez emitidos, pueden permanecer en el ambiente durante cientos de años.
Además, su concentración en los seres vivos aumenta a medida que son ingeridos por otros, por lo que la ingesta de plantas o animales contaminados puede provocar síntomas de intoxicación.
Al mismo tiempo, los efectos en la salud por consumir alimentos o beber agua con metales son:
-Talio: Pérdida del cabello, cansancio, depresión, dolores de las piernas, perturbaciones de la vista, problemas de riñones, intestinos e hígado.
-Antimonio: Incremento del colesterol y disminución de la glucosa sanguínea, diarrea y vómito.
-Plomo: Retraso en el desarrollo físico o mental de los niños. Problemas en el riñón, alta presión en los adultos.
-Manganeso: efectos adversos neurológicos. Afectaciones al hígado y páncreas.