Un dato que se incluye en todos los pronósticos del clima es la velocidad del viento, un fenómeno natural que, bajo determinadas circunstancias, puede representar un riesgo para las personas.

Tanto en el campo como en las concentraciones urbanas, el viento a gran velocidad puede derribar árboles y estructuras, y provocar lesiones a las personas, especialmente cuando se asocia con precipitaciones atípicas.

De ahí que sea importante considerar a partir de qué velocidad la fuerza del viento representa un riesgo para el bienestar de las personas y su patrimonio.

¿A qué velocidad es peligroso el viento?

El viento, al desplazarse a gran velocidad, representa una fuerza destructiva. La velocidad del viento se expresa en kilómetros o millas por hora. En general, una velocidad del viento superior a los 50 kilómetros por hora puede considerarse peligrosa para actividades al aire libre, incluido el desplazamiento vial y vehicular.

A esa velocidad, las ráfagas del viento pueden derribar ramas de árboles, mover objetos sueltos en espacios abiertos y afectar la movilización de las personas. También puede provocar accidentes viales relacionados con motocicletas y bicicletas.

Cuando la velocidad supera los 50 kilómetros por hora, la realización de deportes y actividades recreativas al aire libre se vuelve arriesgada. Además, puede haber suspensión del suministro de energía eléctrica y afectación de otros servicios debido a posibles daños.

A más de 70 kilómetros por hora, los servicios de transporte, aviones y barcos pueden sufrir cancelaciones y retrasos debido a los riesgos asociados con estas ráfagas de viento. En las costas, con la presencia de ciclones y huracanes, es común que la fuerza del viento alcance velocidades desproporcionadas.

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