María Luisa Núñez Barojas, fundadora del Colectivo Voz de los Desaparecidos, encontró los restos de su hijo desaparecido desde hace cinco años, junto con dos de sus amigos, en una fosa clandestina, lo que le deja sentimientos encontrados
La madre de Juan de Dios Núñez Barojas dijo en entrevista con EL UNIVERSAL que su corazón y su mente se rompen en mil sensaciones que brotan descontroladas.
“Es algo agridulce... Lo encontramos buscando, buscándolo. Lo encontramos nosotros, lo encontré yo”, exclamó en las primeras declaraciones a la prensa tras su hallazgo.
“Por parte de las autoridades jamás hubo una investigación y jamás hubo una búsqueda, lo encuentro víctima de la inseguridad, víctima del delito”, dijo desde Tehuitzo, en el municipio de Palmar de Bravo.
Expresó que siente “tranquilidad y satisfacción" de saber que su lucha no fue en vano, a pesar de la amargura, tristeza, dolor y desesperanza.
En 2017, María Luisa emprendió la búsqueda de su hijo desde el llamado Triángulo Rojo, una región de Puebla donde las bandas del huachicoleo tomaron el control.
En su última comunicación con su hijo, éste le notificó que se encontraba a 15 minutos de distancia, en la localidad de Cuacnopalan, también del municipio de Palmar de Bravo.
Había sido demorado en un retén, junto con dos compañeros, un militar en activo y otro en retiro, pero nunca supo más de ellos.
Para hallar a Juan de Dios y a sus amigos, los hermanos Abraham y Vicente Basurto Linares, María Luisa fundó el Colectivo Voz de los Desaparecidos.
Descubrió que fueron 20 los perpetradores, y através de mensajes anónimos que llegaron al colectivo y con investigaciones propias descubrió la fosa clandestina donde se encontraron los restos de los jóvenes.
“Fue un acto de cobardía, sólo fue un acto de cobardía, de esos que se justifican [con] que ‘estás en el lugar equivocado y en el momento equivocado’. Sólo fue un acto de vileza y culpa de la inseguridad de este estado que reprime y que sigue revictimizando a las víctimas”, relató.
María Luisa dijo que cuando descubrió la fosa imploró que no estuviera su hijo y guardaba la esperanza de que la información no fuera del todo cierta porque, a pesar de los años, quería creer que lo podría encontrar con vida, pero a la vez le agobiaba pensar que, si no era, entonces tenía que empezar desde cero.
Fue ella quien notificó a las autoridades del hallazgo de los cuerpos y solicitó su intervención.
Dos resultados en genética, del Instituto de Ciencias Forenses de Puebla y de los Servicios Periciales de la Fiscalía General de la República dieron pruebas científicas irrefutables de que se trataba de Juan de Dios, Abraham y Vicente.
Su primera reacción, como madre, fue cuestionar los resultados, pensar en un error humano, y luego vino un dolor muy profundo, porque se acabó la esperanza de que su hijo pudiera regresar a casa.
“Es un dolor muy profundo que a pesar de estos casi cinco años no he aprendido y no he encontrado las palabras de cómo se dice este dolor... y esa sensación de que se acabó la esperanza, porque ya no hay más esperanza de pensar, de ilusionarme [con] que en algún momento regresaría por su propio pie”, agregó.
María Luisa se dijo agradecida como nunca con Dios y con la vida por lo que considera un milagro y un regalo: “Haberlo encontrado y tener la esperanza [de] que esté al lado de Dios Padre, ya sé que está mejor y que ya no sufre como los que estamos aquí en medio de tanta inseguridad, dolor, deshumanización y crueldad”.
Lo que sigue, señaló, es ser la voz de cientos de personas desaparecidas.
Ahora María Luisa tiene como meta ubicar a los 2 mil 500 desaparecidos que ellos tienen registrados en Puebla, luego de que en agosto de 2018, cuando el Colectivo Voz de los Desaparecidos hizo su primera aparición pública, apenas eran 14 las familias que buscaban a sus familiares,.
“Cuando lo quisieron desaparecer [Juan de Dios], no sabían que él había llegado a esta vida para permanecer. La Voz de los Desaparecidos en Puebla surgió para gritar (...) por él y por los que se han sumado”, dijo.