La voz de la experiencia en la Policía Municipal de Puebla es de Jorge Ramos Silva.
A sus 68 años de edad, se desempeña como uno de los comandantes de la corporación que lo ha cobijado durante 22 años.
Aunque sabe que el retiro está cerca, quiere seguir extendiendo su legado para las nuevas generaciones, quienes no dudan en pedirle su consejo cada que pueden.
Jorge Ramos Silva aseguró que el día que cuelgue su uniforme continuará sirviendo a la sociedad, pero ahora como buen ciudadano.
¿Cuánto tiempo lleva en la Policía Municipal de Puebla y qué puesto empezó desempeñando?
Dentro de la corporación yo me inicié el 16 de noviembre del 2000, me fui al Sector 1, como patrullero. De ahí he venido realizando mi labor como policía.
¿En qué momento de su vida decidió convertirse en policía?
Fue algo no pensado, yo estudié en la Ciudad de México, en la Prevocacional Número 4, en Santiago Tlatelolco.
En el año de 1968, yo cursaba el tercero de Prevocacional, nunca pensé vestirme de azul, pero, mire, las circunstancias a veces uno no las define y me hice policía, y aquí estoy, no sé hasta cuándo.
¿Cuáles fueron esas circunstancias?
En ese entonces se creó la Academia de Policía del Estado (de Puebla), por lo tanto fui, me informé de cómo estaba el proceso y vi que era bueno, entonces me decidí a formar parte de lo que era y es la seguridad pública.
¿Cuál fue la reacción de su familia cuando les dijo que iba a ser policía?
Con mi esposa y mis hijos, lo comentamos. Les cayó de extraño porque vuelvo a repetir, de acuerdo con lo que ellos sabían, yo no pensaba nunca vestirme de azul, pero a mí me llamó la creación de la Academia, del cambio que se empezaba a dar, entonces eso fue lo que me decidió venir aquí.
¿Ha sido satisfactorio su paso por la Policía Municipal de Puebla?
Claro que sí, tan satisfactorio ha sido que, le vuelvo a repetir, a la edad que yo tengo no he pensado en irme, probablemente haya ya una situación que no tarde mucho porque por la edad ya no es lo mismo. Aunque no queramos, la situación va cambiando. Conforme va avanzando nuestra edad, nuestros reflejos, nuestras ganas de hacer las cosas se quedan en ganas.
¿Su familia le pide que ya se jubile?
Ellos (mis hijos) me dicen: “ya, papá, ya dejaste los mejores años de tu vida”.
¿Qué les contesta a su hijos?
Que sí, que ya es tiempo, hay que darle oportunidad a otras personas para que vengan y den lo que tengan que dar.
Cuando ya no sea policía, ¿a qué se va a dedicar?
Pues no sé. Si yo me pensiono, seguir activo, no sé en qué, pero activo. Yo he visto aquí, en nuestro medio, la gente que se retira y no hace nada, se dedica a vegetar en su domicilio, en un año se va de minero. Yo no quiero eso para mí, yo deseo seguir haciendo algo, qué, no sé, me dedique al comercio, no sé, pero definitivamente de quedarme en casa, no.
¿Se ve como un ejemplo para las nuevas generaciones?
Desde luego, me gustaría que alguien hiciera cosas como su servidor, hay una serie de situaciones que a veces se dan o a veces no, entonces sí me gustaría que alguien hiciera lo que su servidor.
¿Cuáles son los recomendaciones que les da?
Primero que nada que tengan las ganas suficientes para hacerlo, otra cosa que deben tener es el espíritu de cuerpo, que, si a una misión van tres, deben regresar tres. Si van más, deben regresar todos completos. A veces desgraciadamente por alguna situación fuera de lo que podemos nosotros llega a caer un compañero ni modo, pero normalmente no debe darse, los mismos que salimos, los mismos debemos regresar.
¿Los uniformados jóvenes se acercan a pedirle un consejo o para platicar de su experiencia?
Claro, aquí a veces es difícil ser compartido con todos, a veces nuestros tiempos no alcanzan, tenemos una línea y no se debe romper.
Si alguien se nos acerca y nos pide un consejo, se lo otorgamos hasta donde es posible y de la forma que esta persona lo pueda entender. Eso es lo más difícil, cuando se da un consejo, difícilmente la gente a la que se le da no lo entiende por la premura, no puede dar una explicación muy grande para dar un consejo. En esta carrera es primordial.
