El estrés hídrico debe preocupar a todos quienes vivimos en este planeta.

El ingeniero César Solís Gómez, miembro del Comité del Agua del Colegio de Ingenieros Civiles del Estado de Puebla, explicó que el estrés hídrico ocurre cuando la disponibilidad del agua es menor que su demanda.

En Puebla, la demanda de agua es mayor en la zona del altiplano, donde se encuentra la ciudad de Puebla y área conurbada, porque es la de mayor número de habitantes y todos demandan agua y superan la disponibilidad.

En entrevista con dijo que en cuestiones de servicios hidrosanitarios, una persona puede llegar a utilizar 100 litros diarios de agua por habitante para bañarse, acudir al baño y cocinar.

Pero si se agregan los usos comerciales, es decir, se acude al centro a realizar compras, se va a la escuela y se hace uso de otros servicios industriales, entonces sus dotaciones de agua pueden ser de 250 litros por habitante por día.

Señaló que las causas que provocan el estrés hídrico son multifactoriales.

Abatimiento

En el estado de Puebla hay indicadores que señalan que es un estado hidrológico que tiene bastante presión sobre los acuíferos.

“El abatimiento del nivel del agua en los acuíferos significa que hay mayor gente que la cantidad de agua que se está recuperando en los acuíferos”, indicó el experto.

Deforestación

Además del abatimiento, Puebla se enfrenta a un problema de deforestación y eso hace que no haya recargas de agua. Incluso el río Atoyac contiene agua, pero de las descargas irregulares, de lo contrario, luciría seco.

De por sí, Puebla ya está sujeta a una presión hídrica por los acuíferos y por los niveles tan bajos en los que se encuentra la presa de Valsequillo.

Comentó que la mayor parte del agua que dispone Puebla está relacionada con el Iztaccíhuatl y con los árboles, la captación del agua de lluvia y el aprovechamiento que se viene dando a todo lo largo.

“En el momento en que el Iztaccíhuatl, el Popocatépetl y la Malinche presentan un grado de deforestación bastante grande, ya no estamos captando agua, mas bien la vemos pasar, es decir, se escurre, ya no se retiene”, explicó.

Destacó que esta situación no es del año pasado o antepasado, pues se dio a partir de que la ciudad de Puebla comenzó a crecer y, de acuerdo con muchos estudios, ello ocurrió a raíz del sismo de 1985.

Hay quienes señalan que el crecimiento de Puebla y la zona conurbada se dio en los años 70´s, pero el hecho es que se está presionando el acuífero.

La Comisión Nacional del Agua (Conagua) es la institución normativa de los aprovechamientos hidráulicos para agua potable, uso industrial y para los cultivos.

Cambio climático

El especialista en actividad hidráulica dijo que desde 1880 en la entonces Universidad de Puebla se han hecho estudios sobre el cambio climático en los que se marca una tendencia del crecimiento de la temperatura.

“En más de 100 años la temperatura ha subido 1.5 a 2 grados, pero en los últimos 20 o 30 años el incremento ha sido al equivalente a los 100 años, con 1.5. Y se espera que para el 2050 suba de 2 a 3 grados”, indicó.

Explicó que cuando sube la temperatura, los cultivos demandan más agua, la industria acelera sus procesos de producción y la gente requiere también más líquido y es en ese momento cuando hay más estrés, debido a que se presionan las fuentes de abastecimiento.

Menos lluvia

A este panorama se suma que cada vez disminuye el nivel de agua que cae por las lluvias. Se considera que en el periodo de 2000 a 2050 se van a perder alrededor de 2 milímetros por año, lo que equivale a perder entre 50 y 100 milímetros y cada milímetro que ya no se recibe  es un litro de agua que se deja de tener en un metro cuadrado.

Al haber menos agua de lluvia, se reduce la que llega a las partes altas, la que se filtra y por lo tanto, disminuye la recarga de los acuíferos que de por sí ya están bajo presión.

El 80 por ciento del agua en la región del valle de Puebla se concentra en cuatro meses en la época de lluvias, por lo que  empieza a finales de julio, agosto, septiembre y octubre.

En los otros ocho meses restantes se capta el 20 por ciento, que son marzo, abril, mayo, junio, noviembre, diciembre, enero y febrero.

Si empieza a llover menos, en la época de secas habrá menos precipitaciones y eso afectará la agricultura de temporal y entraremos a un estrés de solvencia alimentaria.

César Solís propone que dos maneras de contrarrestar el estrés hídrico en Puebla son por medio de la mitigación y la adaptación.

Mitigación

Propone que en las viviendas, construcciones u oficinas se hagan sombras para que baje la temperatura. Para ello se utiliza tela como la que ocupan en los viveros.

Así como generar más áreas verdes en las ciudades, reusar el agua de riego y de la industria.

Adaptarse

Adaptarse significa que desde la agricultura se pueda reducir el cultivo de temporal, captar el agua de lluvia para los servicios básicos en las viviendas, reusar el agua de la lavadora para regar el jardín, que los nuevos fraccionamientos tengan sistemas ecológicos y ahorradores de agua, entre otras medidas.

Insistió que los cambios debemos hacerlos todos, cada uno desde sus hogares o trabajos, porque consideró que  las autoridades de los distintos niveles de gobierno tienen estudios de especialistas, pero no hacen nada y sólo son banderas de campañas políticas.

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