El ascenso de al menos dos creadores de contenido al Popocatépetl en plena alerta Amarillo Fase 3, ha abierto la discusión sobre los costos humanos y materiales de los rescates.
En organizaciones internacionales como la Cruz Roja, que tiene una delegación en Puebla, cuentan con un Grupo de Búsqueda y Rescate en Áreas Montañosas.
La política en este tipo de rescates y otros apoyos de la organización no implican costos para la ciudadanía y tiene como objetivo la prioridad de cuidar la vida de los rescatados.
Sin embargo, el ejercicio de intervenciones en la alta montaña sí los ha llevado a realizar ponderaciones sobre los costos económicos de un rescate.
Hasta antes del incremento de costos en insumos generales generados por el Covid-19, advierte Ángel Israel Mendoza Oliver, el líder del grupo, rondaba los mil 800 pesos por rescatista y por día.
A esto hay que sumar que, en el rescate más básico, entre elementos de la Cruz Roja y de otras corporaciones llegan a intervenir diariamente hasta 26 especialistas.
Desde su perspectiva, los montos, en casos que derivan de acciones del hombre que se pueden evitar y no de la misma naturaleza, son significativos si se considera que los recursos son también útiles y necesarios para la adquisición de equipos y más capacitaciones.
A eso se suma un costo que no tiene un precio y es el humano, pues en el rescate se ponen en peligro las vidas de las personas participantes.
“El costo humano y material es demasiado alto, porque bien podríamos estar usando esos recursos para dar una capacitación a brigadistas en primeros auxilios o primeros respondientes, podríamos estar comprando más equipamiento para estar mejor capacitados para otros incidentes que realmente puedan ser no controlados por el humano”, dijo.
Los rescatistas, agregó Mendoza Oliver, son especialistas con preparación de base mayoritariamente de Técnicos de Urgencias Médicas (TUM) de un año y dos meses y de alta montaña que implica un año con por lo menos 40 semanas de teoría y un periodo de servicio.
Para el especialista, los riesgos como los que se generan con ascensos, como los observados con los creadores de contenido, serían menos si hubiera un apego a los códigos de ética de los montañistas.
Entre ellos los de carácter internacional que dictan las bases para una convivencia y práctica segura en la montaña, pues llaman a no ir solos, con la salud mermada o sin un guía cuando se trata de primerizos.
“Las personas que deseen practicar o que realmente quieran acudir a la llamada, existe algo que se llama el Código de Ética y comportamiento de la Unión internacional de Asociaciones Alpinas”, agregó.
Desde su experiencia, un volcán como el Popocatépetl actualmente con actividad relevante, significa un bello espectáculo aterrador, que representa un foco rojo en el montañismo en México.
Al respecto recuerda dos grandes accidentes letales de alpinistas que perdieron la vida mientras exploraban el volcán y no por caídas sino por explosiones inesperadas, uno de la década de los 90 donde murieron ocho personas y otro de 2022 con una víctima mujer.