Era un día de clases en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) cuando Claudia Sheinbaum Pardo recibió una llamada telefónica que la uniría a Puebla para siempre en su historia política.
Del otro lado estaba Andrés Manuel López Obrador, quien le pidió que le ayudara a ganar la entidad en 2012, en ese, su segundo intento por llegar a la presidencia tras acusar fraude en 2006.
Según recordó como anécdota en el cierre de campaña de 2024, en el que ahora a ella le toca pelear por ser la primera mujer presidenta, le encargó coordinar 12 distritos que ganó el lopezobradorismo.
Asimismo, relató ante miles de personas que llenaron la Plaza de la Victoria y algunas de las vialidades de los Fuertes de Loreto y Guadalupe. Se pintó de guinda en 2018 y volverá a tomar el mismo tono el 2 de junio.
Tanto Claudia Sheinbaum como el candidato a la gubernatura Alejandro Armenta Mier no pudieron evitar pensar en las coincidencias del lugar de la victoria al tomar la palabra.
Recordaron que ahí cerró campaña Andrés Manuel López Obrador hace seis años cuando llegó a la presidencia en un tercer intento y que ahí el Ejercicio de Oriente le ganó a los franceses en la defensa nacional de la Batalla de Puebla.
La aspirante a gobernar el país también celebró a Carmen Serdán Alatriste, a quien reconoció como pilar en la lucha de las mujeres y también hizo un recuento de todas las otras veces que Puebla ha escrito la historia de México.
El próximo fin de semana, agregó, se escribirá otro capítulo de las aportaciones de Puebla al país, pues si algo tienen los afines al movimiento lopezobradorista es que son necios y no van a parar hasta que se consolide la Cuarta Transformación.
Aunque en los mítines políticos son comunes los regalos de todo tipo de souvenir, la Cuarta Transformación demostró que también se ha consolidado como una marca para la vendimia.
El monumento que recuerda la victoria de Ignacio Zaragoza frente al que llegó a considerarse el más poderoso del mundo, se llenó de decenas de puestos de mercancía lopezobradorista.
Un imán de refri de 30 pesos fue lo más económico y un chaleco como los de brigadistas morenistas de 400 pesos fue lo más caro, en medio, los libros del presidente a 350 pesos y los peluches de él y Claudia Sheinbaum a 250.
El negocio también prosperó con la venta de tacos de barbacoa de res, camotes, canastas de dulces, nieves, papas y chicharrones, como si hubiera sido un día de feria.