Con el objetivo de propagar el agave pulquero de la zona de Tlaxcala para apoyar a los productores, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) impulsará soluciones para garantizar la conservación y la variabilidad genética de esta especie.

Se trata de un proyecto conjunto entre el Laboratorio Regional de Biodiversidad y Cultivo de Tejidos Vegetales, que forma parte del Laboratorio Nacional de Biodiversidad (LANABIO), del Instituto de Biología (IB) y el gobierno del estado de Tlaxcala (en especial con la entonces Secretaría de Fomento Agropecuario estatal).

Ana Laura López Escamilla, responsable de ese espacio de investigación y técnica académica del Instituto, señala que la planta tiene una distribución amplia y esa entidad era un lugar importante de producción de pulque junto con Hidalgo y parte del Estado de México.

“Pero ha sido sobreexplotado, por eso es importante buscar estrategias alternativas para promover su conservación y hacer un uso racional de esta”, señaló la académica.

En el laboratorio se propaga a través de semilla, porque de manera convencional los campesinos separan los hijuelos (retoños que nacen de la raíz de la planta) y los van sembrando.

Pero son copias de la mamá que se van multiplicando de manera extensiva y eso reduce la variabilidad genética.

“Para nosotros era importante que los productores dejaran generar el escapo floral (tallo desprovisto de hojas), llegaran los polinizadores y se produjeran las semillas. Partimos de estas porque con cada una se puede promover la conservación de la especie, y que no sean los cultivos copias de la misma progenitora”, dijo.

Así se va a lograr la variabilidad genética del agave pulquero

Alma Yadira Martínez Rendón, , detalló que una parte de las plántulas que se obtienen de la germinación de semillas se usa para montar protocolos de propagación in vitro.

Para ello se aplican reguladores de crecimiento, y en otras se estimula su desarrollo; las plántulas se sacan de los frascos y se entregan a los productores (tanto obtenidas de germinación como brotes logrados de la multiplicación).

Las plantas y brotes se establecen en sustrato, se mantienen durante un tiempo en un invernadero y se distribuyen entre quienes donaron las semillas.

López Escamilla precisó: “Van a pasar 15 o 20 años para poder observar mejoras en este material que les estamos devolviendo”, debido a que su crecimiento es lento, precisó.

Este proyecto que inició la UNAM en 2014, se trabaja fundamentalmente con siete u ocho productores de Nanacamilpa, Tlaxcala, quienes están organizados en una red.

El trabajo inicia, señalan “desde que nos traen las semillas hasta que entregamos las plantas y pasan como dos años”.

“Recién recolectadas las semillas tenemos porcentajes de arriba del 80 por ciento de germinación, pero conforme pasa el tiempo esta variabilidad va disminuyendo y tenemos rendimientos menores. Se lo decimos a los productores para que cuando recolecten no tengan guardadas las semillas, pues en lugares donde el agave ha sido muy manejado, baja la productividad de las semillas”, aclaró López Escamilla.

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