La Benemérita Universidad Autónoma de Puebla difundió mediante un boletín que en reconocimiento a su trayectoria académica, la publicación de 109 artículos en revistas internacionales, 23 capítulos de libros y 80 trabajos en español en revistas indizadas, así como tres patentes internacionales y dos nacionales, incluido el diseño de una prótesis vestibular, el doctor Enrique Soto Eguibar, director de la revista Elementos desde 1991 y titular del Laboratorio de Neurofisiología Sensorial del Instituto de Fisiología de la BUAP, fue distinguido como Investigador Nacional Emérito en el Sistema Nacional de Investigadores del Conacyt.
Para el doctor Soto Eguibar esto significa dedicar más tiempo a la divulgación científica y la oportunidad de colaborar nuevamente en publicaciones en español sin tener que preocuparse del factor de impacto o de otros índices bibliométricos, así como de los trámites burocráticos y administrativos que conlleva la ciencia -dice con ese sentido del humor que le caracteriza.
“Esta distinción, en lo personal, significa la paz y poder tener una actividad de trabajo más relajada en el laboratorio. Siento que seré más productivo y además podré impartir un mayor número de conferencias de divulgación. Por el momento, no tengo intención de restringir mis actividades, me mantendré realizando investigación, docencia y divulgación”.
Su trabajo se centra en la neurofisiología sensorial: auditivo y vestibular. En específico, estudia las propiedades de las neuronas y sus tipos de receptores en las membranas, para conocer cómo responden a estímulos y cambios químicos en el cerebro. Es decir, cómo la información que se envía al cerebro advierte un desplazamiento o una alteración del medio, aspectos esenciales para mantener el equilibrio.
También ha abordado problemas sobre neurotoxinas, desarrollo de materiales para sensores y recientemente aplicaciones de tecnología al desarrollo de una prótesis vestibular.
Devolver la sensación espacial
El doctor Enrique Soto Eguibar, con 40 años de trayectoria académica, refiere que su trabajo en investigación básica derivó en la creación de una prótesis vestibular que ayudará a individuos con daño vestibular a recobrar la estabilidad postural y a los astronautas a devolver la sensación espacial en condiciones de microgravedad.
Esta prótesis vestibular (en los sensores internos del oído) obtuvo en 2014 la patente ante la Oficina de Patentes y Marcas de Estados Unidos, en 2016 la patente nacional ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI) y en 2020 una patente adicional de este organismo.
Actualmente, el grupo de trabajo del doctor Soto Eguibar realiza investigación preclínica para impulsar el desarrollo de la citada prótesis vestibular y diversos prototipos de esta, con el fin de pasar a la siguiente etapa: la investigación clínica y lograr el interés de inversionistas en esta tecnología.
La colaboración con el Departamento de Mecánica Aplicada en la Escuela de Física, de la Universidad Estatal de Moscú, en Rusia, permitió convertir esta investigación básica en aplicaciones tecnológicas aeroespaciales: un prototipo de casco espacial para devolver a los cosmonautas la sensación de verticalidad y estabilizar la mirada en el espacio.
“La idea es que el sistema de registro de los movimientos de la cabeza y de inyección de corriente eléctrica transcraneal fueran incorporados en el casco de los cosmonautas. Teníamos previsto que este año al menos un cosmonauta lo utilizara en la Estación Espacial Internacional. Hoy las circunstancias han alejado este objetivo”.
El desarrollo de una vocación
Al terminar la preparatoria, Enrique Soto se debatió entre estudiar Medicina o Biología. En la entonces UAP no existía esta última carrera, por lo cual optó por Medicina y mantuvo un especial interés en las ciencias básicas.
Tras el internado en el Hospital Universitario de Puebla supo que atender pacientes no era su fuerte. En la Fisiología vislumbró una carrera en investigación y una oportunidad de desarrollo, así decantó por esta. Posteriormente estudió la maestría y el doctorado en Ciencias Fisiológicas, en la UNAM, donde obtuvo la más alta distinción que esta Casa de Estudios otorga a sus estudiantes: la Medalla Gabino Barreda.
Su aprecio por el arte, la literatura y la fotografía convergen en su faceta de divulgador científico. Con experiencia en la escritura de textos para medios impresos de Puebla, comenzó a colaborar en la revista Elementos, de la cual es su director desde 1991.
Esta publicación es la única de la BUAP inscrita en el Índice de Revistas Mexicanas de Divulgación Científica y Tecnológica; lleva 126 números publicados y tiene un portal electrónico de acceso abierto que da cabida a distintas voces, a través de 150 podcast, historietas y 14 cuadernos de Elementos, este último apartado para publicaciones en extenso. “Hacemos un relevante esfuerzo por divulgar en un alto nivel de calidad, incluso en la parte impresa rechazamos un alto porcentaje del material recibido”.
Un ser crítico
Su satisfacción como docente es formar a los futuros cuadros científicos, lo cual ha logrado, puesto que sus egresados ahora laboran en el extranjero, por ejemplo, en la University of Texas Medical Branch (UTMB), en Galveston, Texas; la Universidad de Nevada, en las Vegas, y la Universidad de Texas, en Houston, todas en Estados Unidos. Además de ser sus colegas, son sus amigos.
Desde el punto de vista científico, el grupo de investigación liderado por el doctor Enrique Soto Eguibar contribuye para conocer los mecanismos de neurotransmisión y neurofisiología de la periferia vestibular. “Somos reconocidos por aportar conocimientos fundamentalmente en la neurofisiología, de la neurofarmacología y transmisión sináptica en el oído interno y hemos hecho aportes fundamentales en el estudio de los canales iónicos sensores de pH”.
Una actitud crítica caracteriza al doctor Soto Eguibar; una cualidad que ha mantenido a lo largo de su vida el integrante del Cuerpo Académico Neurociencias, quien lamenta el avance lento de la ciencia en el país, la falta de recursos en este rubro y la casi nula renovación de la planta académica en las instituciones de educación superior.
“La ciencia en México necesita recursos para despegar. Un país tiene problemas y los tiene que resolver. México necesita de los científicos para atender los suyos”.